MITOLOGÍA
Los mitos son relatos basados en la tradición y en la leyenda. En muchas ocasiones fueron creados para explicar sucesos desconocidos, como puede ser el origen del mundo. La mayoría de los mitos están relacionados con los dioses, pero muchos son simples historias que se han ido transmitiendo de generación en generación. Si hacemos una obligada consulta al diccionario de la RAE, nos dice que mitología es el “conjunto de mitos de un pueblo o de una cultura, especialmente de la griega y romana”. En este artículo nos vamos a centrar en la mitología griega.
La mitología griega es el conjunto de mitos y leyendas de la Antigua Grecia que tienen como protagonistas a los dioses y a los héroes que formaban parte de su religión. Los principales dioses moraban en el monte Olimpo que era el más alto de Grecia y a ellos se consagraban los templos, las festividades, las actividades artísticas y deportivas. Los dioses olímpicos eran doce… Como siempre ocurre, surgen sus discrepancias sobre el número exacto, aunque nadie discute que el rey de los dioses y gobernante del monte Olimpo era Zeus, que se caracterizaba por ser el dios del cielo y del trueno —entre sus atributos se incluyen el cetro, la corona, el rayo, el águila…—, pues todos los dioses tenían unas características y unos atributos. Por ejemplo, Dionisio —Baco en la mitología romana— era el dios del vino, las celebraciones y el éxtasis, sus atributos eran el tirso, el pámpano y la copa de vino.
Pero aquí vamos a dejar a los dioses del Olimpo y les vamos a hablar de otros dioses que, a pesar de tener estrechos vínculos con ellos, no se contaron por lo general como olímpicos y, como la lista sería interminable vamos a centrarnos en dos: Bóreas que era el dios del frío viento del norte. Este dios era muy fuerte y tenía un violento carácter. Y el otro es el titán —raza de poderosas deidades— Helios que era la personificación del Sol. ¿Y qué tienen de particular estas dos deidades? Pues que son las protagonistas de un relato ficticio escrito por el fabulista de la Antigua Grecia, Esopo, y que exponemos a continuación…
“Bóreas y Helios se disputaban quién era más fuerte, decidiendo que se le daría la victoria a aquel que lograra quitarle la ropa a un caminante de la zona. Bóreas sopló y sopló con gran fuerza para quitársela. Sin embargo, ante el fuerte viento el hombre se agarró la ropa cada vez con más fuerza, e incluso llegó a ponerse una prenda más gruesa debido al frío.
Cansado, Bóreas, dejó el turno a Helios. Este al principio brilló de manera moderada, de tal forma que el hombre dejó de tener frío y empezó a quitarse la prenda gruesa. Poco a poco Helios fue aumentando el calor, hasta que finalmente el hombre decidió quitarse la ropa para bañarse".
Esta es una de las fábulas de Esopo que está protagonizada por dioses y seres humanos, y su moraleja es que es más fácil convencer a alguien con sensatos argumentos que con el uso de la fuerza y actitudes violentas que pueden desembocar en el efecto contrario de lo que se pretende conseguir, además de crear un ambiente de acritud desagradable.
En cualquier situación: reunión de amigos, convivencia familiar, asambleas de trabajo o vecinales, más o menos numerosas, es imposible que haya uniformidad de criterios, pero se puede dialogar para llegar a un consenso que transmita un ambiente de sosiego a la mayoría de los concurrentes. Y yo pienso que eso se consigue mejor con moderados razonamientos que con impulsivas discusiones y actitudes cerriles. Naturalmente todo esto es trasladable a la circulación vial y a las posibles circunstancias que se puedan presentar: Un conductor que se salta el semáforo; un peatón que atraviesa la calle por cualquier sitio que no esté señalizado para él; un golpe en la parte trasera del coche, o un choque de más o menos relevancia; un adelantamiento indebido… Es mejor intentar resolverlo de manera civilizada que con voces o insultos. ¿De verdad cree en ese mundo idílico?, me preguntará algún lector. Pues, francamente, no creo mucho cuando se trata del tráfico, pero sí pienso que deberíamos intentarlo.
Para corroborar mi desconfianza, les voy a contar una anécdota que, entre indignado y divertido, por su carácter jovial, me refirió un conocido:
Ese conocido había iniciado la marcha por el paso de cebra y un vehículo pasó a escasos centímetros de él… Sorprendido, recriminó al conductor. El chófer detuvo el coche, se bajó, propinó un puñetazo en la cara al peatón, se subió de nuevo al utilitario, dio un acelerón y se marchó sin que el que me refirió el incidente tuviese tiempo de reaccionar.
Lamentablemente, ¡hay muchos Bóreas sueltos por ahí! O como diría un famoso torero de comienzos del siglo pasado:
“Hay gente pa tó”.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
28/marzo/2021
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