El LFA, dada su exclusividad y
carácter único, dejó un legado que ha influido a todos los modelos fabricados
por Lexus desde entonces.
La historia del LFA empezó a
principios del año 2000, como proyecto de investigación y desarrollo, para
producir un supercoche con clase.
El primer prototipo se acabó
en 2003 y, un año más tarde, daba sus primeras vueltas al Nürburgring
Nordschleife, el legendario circuito de competición que se convertiría en la
cuna del desarrollo del LFA.
En 2008, el LFA hizo la
primera de cuatro apariciones anuales en las exigentes 24 Horas de Nürburgring.
La producción comenzó en la
moderna planta de Lexus en Motomachi a finales de 2010. Se produjeron 50
unidades y cada propietario recibió formación profesional y un pase de un año
para el circuito de Nürburgring.
Dada su exclusividad y su
carácter único –desde el principio, la producción se limitó a tan solo 500
ejemplares–, el LFA dejó un legado que ha influido a todos los modelos
fabricados por Lexus desde entonces. Incorporó por primera vez nuevas
tecnologías de motorización y materiales, e ilustró el enfoque artesano takumi
de la fabricación y el diseño que ha acabado convirtiéndose en una cualidad que
define la marca Lexus.
La historia del LFA empezó a
principios del año 2000, como proyecto de investigación y desarrollo para
producir un supercoche con clase. Harahiko Tanahashi, Ingeniero Jefe de Lexus,
gozó de la libertad y de la oportunidad de trabajar con nuevos materiales y
procesos. Este planteamiento de “tabula rasa” recordaba la forma en que Lexus
había reescrito las reglas de los vehículos de lujo con la emblemática berlina
LS, que había lanzado la marca diez años antes.
En 2001, se unió al equipo el
maestro piloto Hiromi Naruse, y sus habilidades resultaron ser cruciales para
que el LFA alcanzara sus objetivos de manejo y rendimiento. En las primeras
fases se identificaron 500 elementos clave, desde el diseño de la suspensión
hasta la forma del volante; todos los detalles tenían que ser perfectos. El
primer prototipo se acabó en 2003 y, un año más tarde, daba sus primeras
vueltas al Nürburgring Nordschleife, el legendario circuito de competición que
se convertiría en la cuna del desarrollo del LFA.
El mundo pudo hacerse una
primera idea de lo que Lexus tenía planeado con la presentación de un estudio
de diseño en el Salón Internacional del Automóvil de Norteamérica 2005 en
Detroit, seguida de un prototipo más cercano a la producción dos años después.
En 2008, el LFA –aún en proceso de desarrollo– hizo la primera de cuatro
apariciones anuales en las exigentes 24 Horas de Nürburgring. Fue la prueba más
dura posible del rendimiento y la calidad del vehículo, antes de que Lexus
confirmase su producción en el Salón del Automóvil de Tokio 2009.
La producción comenzó en la
moderna planta de Lexus en Motomachi a finales de 2010. Tal era la importancia
asignada a la precisión técnica que la fabricación iba a un ritmo de solo un
vehículo al día, y cada motor era montado y validado por un mismo operario, con
una placa grabada con el número de producción del vehículo.
El LFA estaba repleto de
características increíbles y revolucionarias. En su interior montaba un motor
de 4.8 litros V10 con aspiración natural, producido en colaboración con
especialistas de Yamaha. Aunque era más pequeño y tenía menos cilindros que los
de algunos supercoches rivales, su rendimiento era excepcional, con una
potencia máxima de 560 CV DIN a 8.700 rpm. de montaje frontal y conectado a las
ruedas traseras, mediante una caja de cambios secuencial automática de seis
velocidades situada en el eje trasero, podría llevar el vehículo de cero a 100
km/h en solo 3,7 segundos, y hasta una velocidad punta de 325 km/h.
Para conseguir un buen
rendimiento era esencial limitar el peso del vehículo, lo que se consiguió
pasando del aluminio utilizado en los prototipos iniciales al plástico
reforzado con fibra de carbono –CFRP, Carbon Fibre Reinforced Plastic–. Este
avanzado material tejido, ligero pero muy resistente, se utilizó en la mayor
parte de la carrocería, el habitáculo y el túnel de transmisión, y desde
entonces se ha empleado en otros modelos de Lexus, como el GS F y el RC F,
miembros de la exclusiva línea deportiva F de Lexus. La potencia de frenado
tenía que ser tan eficaz como la propulsión, lo que llevó al uso de discos de
freno cerámicos de alto rendimiento.
El LFA tenía aún más que
ofrecer, en forma del exclusivísimo paquete Nürburgring, una versión rediseñada
para maximizar el potencial del vehículo para la competición. Inspirado
directamente en la experiencia del vehículo en la competición, montaba una
suspensión más rígida, unas llantas de aleación forjada más ligeras con
neumáticos deportivos y características aerodinámicas adicionales, incluido un
nuevo alerón frontal de borde, unas pequeñas aletas delanteras y una aleta
trasera elevada fija, de estilo GT, para maximizar la carga aerodinámica.
Además, la altura de marcha era 10 mm inferior, de manera que el vehículo
también se pegaba más al suelo. Para compensar la resistencia aerodinámica
adicional, se incrementó la potencia del motor a 570 CV DIN.
Se planificó una producción de
solo 50 unidades, y cada propietario recibió formación profesional y un pase de
un año para el circuito de Nürburgring. Su calidad se confirmó en 2011, cuando
registró un nuevo récord de vuelta rápida para un vehículo de producción en
Nordschelife, con Akira Ida al volante.
Las últimas palabras sobre el
LFA corresponden a Harahiko Tanahashi, el hombre que hizo realidad el sueño.
Tanahashi explicó: “Mi intención era crear un supercoche que llevara al
conductor a ese estado a través de la unidad de sus componentes: el sonido del
motor, la sensación al revolucionarse, su tacto de conducción y su
estabilidad”. Al preguntarle a qué se refería con “ese estado”, simplemente
contestó: “euforia”.
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