domingo, 20 de diciembre de 2020

CEDA EL PASO

 

CONVERSACIÓN

 



A las cuatro de la tarde, bajé por la rampa del aparcamiento subterráneo para dejar el coche que me había servido como medio de transporte de la compra en el hipermercado. Cuando maniobraba para cuadrar el vehículo en la plaza de garaje, se detuvo otro utilitario que pasó por detrás del mío tras esperar unos segundos. Reconocí al recién incorporado con el que guardo una buena relación. Cuando, equipado con chándal azul marino y gorra deportiva, terminé la maniobra y comprobé que el coche había quedado perfectamente estacionado, esperé, por aquello de la empatía, al segundo usuario que también vestía indumentaria deportiva y lucía una mascarilla de color negro. Tras el saludo de rigor, salimos juntos por la pequeña puerta peatonal que nos llevaba al exterior.


Iniciamos la marcha hacia el cercano paso de cebra para cruzar la calle. A esa hora, había muy poca circulación y, en el momento de transitar por las franjas blancas y negras, no pasaba ningún automóvil. De todas formas, a pocos metros, y a uno y otro lado de las marcas viales, algunas personas iban de una acera a otra sin respetar las normas. El autobús que salió de la parada tuvo que dar un brusco frenazo cuando una mujer con un niño asido de su mano se lanzó al asfalto. 


—¿De dónde vienes a esta hora? —preguntó mi contertulio


—De hacer la compra en el hipermercado. Prefiero hacerla después del almuerzo o a primera hora… Son momentos menos concurridos —le contesté.


—Pues yo estuve hace unos días temprano y había muchísimos clientes. Además fui a un lugar que no me gusta porque es una empresa extranjera y no paga sus impuestos en España. Prefiero ir a una española y que los impuestos se queden aquí —comentó.


—Yo no soy un experto en economía, pero creo que las empresas tienen que pagar sus impuestos en el país en el que realizan sus negocios. Es más, a veces, esas empresas extrajeras tributan más que las nacionales.


—Pues es verdad, hace tiempo leí que una marca de automóviles española, fusionada con otra marca alemana, era la que menos pagaba en el territorio español.


—Claro. Otra cosa es la omisión de sus obligaciones con Hacienda o con la Seguridad Social, las facturas falsas, los paraísos fiscales… Para evitar esos dislates están la Agencia Tributaria y la Tesorería que sí son expertas en el rendimiento y la gestión empresarial.


—Cualquiera sabe cómo gestionan las grandes empresas sus impuestos. Algunas hacen encaje de bolillos y al final no pagan casi nada—terció mi acompañante, y añadió:





—¿Te has enterado que se ha descubierto agua en la Luna? 


—Algo sé. Por cierto, el descubrimiento de agua en la parte superficial ha roto la creencia de que solamente se podría encontrar en lugares recónditos o en la cara oculta. 

—¡Qué fenómeno más curioso el de la cara oculta! ¿A qué se debe esa ocultación? 

—Se debe a que el movimiento de rotación de la Luna, sobre su propio eje, y el de traslación, alrededor de la Tierra, tienen la misma duración: 27 días y 8 horas —le aclaré. 

—Muy interesante… A propósito, ¿has visto cómo está la acera de excrementos de perros? Qué poco civismos por parte de sus dueños. Y eso ocurre en cualquier calle de la ciudad o de cualquier otra población. Yo creo que las autoridades deberían tomar medida en este indignante asunto. 

—Por supuesto, y creo que deben sancionar a los que no recogen las deposiciones, pues así lo estipula la normativa —opiné. 

—Hablando de asuntos más livianos, el martes día 22, tenemos el tradicional Sorteo de la Lotería de Navidad. Yo no soy muy aficionado a los juegos, pero ese evento es para mí una tradición y todos los años participo en él —continuó mi acompañante—, he leído que el primer sorteo celebrado en Navidad fue en 1812. Entonces el precio del billete eran 40 reales y el premio 4.000 pesetas, aunque no se llamó Sorteo de Navidad hasta 1892. 

—Ya ha llovido desde entonces. Y, efectivamente, yo creo que casi todos participamos en tan tradicional sorteo… Como veo que estás bien informado de esos entresijos: ¿Cuál es el coste de los billetes y la cuantía de los premios en este 2020? 

—Este año, de infausto recuerdo por la pandemia, el billete tiene un precio de 2.000 euros y el premio del Gordo son 4 millones. Es decir, que si te compras un décimo que vale 20 euros, te tocan 400.000 por el décimo o 20.000 por cada euro jugado… Y, además, cuenta con otros muchos premios —concluyó. 

—Ya que hablas de la pandemia… Espero y deseo que podamos ir doblegando al dichoso coronavirus, aunque tengamos que vivir una Navidad atípica por las restricciones. 

—Es la mejor lotería que nos podía tocar —dijo mientras se alejaba, tras las mutuas felicitaciones navideñas. 

Después de esta enriquecedora, fluida y placentera conversación, me fui acercando a casa con una frase de Winston Churchill en mi mente: “Una buena conversación debe agotar los temas, no a sus interlocutores”. 

Con mis mejores deseos, feliz Navidad. 

Fernando Monge 

20/diciembre/2020

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