sábado, 14 de noviembre de 2020

LA ROTONDA

 

DERECHO AL PATALEO

 



No hay derecho a la desorganización, a la falta de planificación, o al desinterés de lo público.
Estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación cómo la asistencia primaria es una debacle. Cómo se amontonan los enfermos a las puertas de los Centros de Salud para realizar sus gestiones. Pedir cita, recoger análisis o realizar una gestión administrativa. No me lo quería creer hasta que la pasada semana quise coger cita por internet y la aplicación me decía que no podía ser en los próximos 15 días, por lo que me acerqué al Centro de Salud, y cogí mi número correspondiente y a esperar en la cola.


Le pregunté a la funcionaria que me atendió y me gestionó la cita para dentro de unos 20 días, y me explicó a mí el secreto de la aplicación: “Lo que le pasa a usted es que su doctora está de baja y no ha sido sustituida por lo que todos sus pacientes se reparten entre los distintos médicos de la plantilla. ¡No me lo podía creer!


Otro ejemplo de lo mal que se están haciendo las cosas es lo que me contaba un amigo mío que le pasó con el servicio de transporte urbano de la ciudad. El hombre tiene la tarjeta solidaria que el Ayuntamiento provee a las personas que tienen unas condiciones económicas bajas. Se renueva cada seis meses. Por lo que hay que realizar los trámites necesarios cada vez que tienes que renovarla, vida laboral, declaración de Hacienda, etc. Pues bien, mi amigo recibe un SMS, diciéndole que puede pasarse por unos lugares donde se puede renovar presencialmente. Este se acerca a la central. ¡Al poner su tarjeta en la maquinita esta le dice que la tarjeta está codificada, vamos que no se puede renovar! Ante tal adversidad, mi amigo se dirige a un vigilante que está en la puerta y le explica la situación. Y le pregunta si puede hablar con alguna persona que le pueda solucionar el problema. A lo que el vigilante le responde que ahora es imposible, y lo que tiene que hacer es volver la semana próxima y lo vuelva a intentar. Mientras desde la puerta percibió que había una señora hablando por teléfono algo relajada. Mi amigo le comentó que le habían enviado un SMS a lo que el ínclito servidor del orden metido a punto de información le respondió: es que ha habido un problema informático. Por lo que mi amigo tuvo que irse con el rabo entre las piernas y con el problema no solucionado. 
Yo me pregunto: Cuando las situaciones son difíciles como las que estamos viviendo actualmente, ¿no tendríamos que arrimar todos los hombros y ayudar a quien lo necesite? 
Estamos hablando de salud. No me refiero a los empleados sanitarios que se están batiendo el cobre en los hospitales, no, estos ángeles son de otra pasta. Los maestros van cada día a clase y comparten aula con sus alumnos. ¿Por qué un médico no puede atender a un paciente en un ambulatorio? Seguro que existen EPIS u otros medios de seguridad para que puedan ejercer su trabajo con garantías. Las Fuerzas de Seguridad del Estado están en la calle controlando las situaciones que se presentan. ¿Por qué los funcionarios administrativos no pueden atender en los organismos oficiales a aquellas personas que lo necesiten? No lo entiendo. 

Siglo XXI, era de la informática, segunda Ola del Coronavirus, y seguimos como al principio. 

Enhorabuena a la DGT, y las Jefaturas de Tráfico que intentan por todos los medios solucionarnos las gestiones, bien sea vía internet o con la máxima seguridad presencialmente. 

¡Ah!, que no se me olvide, ¿qué es más importante nuestra salud o la economía? Bares y restaurantes cerrados, teatros, museos, etc. Pero autorizamos, con gel hidroalcohólico, salones temáticos, donde bailan caballos, o nos encontramos automóviles de segunda mano a precios de pandemia. 

Mal vamos, un despropósito tras otro, hoy visto lo visto, creo que no era importante hablarles de novedades automovilísticas, ni de cómo van a terminar el año las marcas en sus cuentas de resultados. Esta Rotonda, hoy, se retuerce ante tantas injusticias que vemos cada día, y somos protagonistas de ver cómo una sociedad como la nuestra se va desmoronando poco a poco. 

Espero que todos frenemos un instante, y reflexionemos sobre lo que cada uno de nosotros puede aportar solidariamente, cívicamente o educadamente. 

Cuando nos sintamos vilipendiados, no se callen, denuncien, quéjense, hay instrumentos a nuestro alcancen para que no se rían de nosotros. 

Hoy más que nunca, con afecto y respeto, 


Pepe Bejarano 

todomotornoticias@gmail.com

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