En los 70 años de historia de SEAT, la deportividad siempre ha desempeñado un papel importante en su catálogo de modelos
Prestaciones y comportamiento de un deportivo, con la seguridad, el tamaño y el precio adecuados: un logro continuado de SEAT
¿Qué tienen que ver un
ligerísimo coupé de solo 720 kilos y propulsión trasera con un tracción
delantera polivalente de cinco plazas que triplica su potencia? Ambos
simbolizan cómo SEAT ha sabido sintonizar siempre con su público. SEAT
descubrió muy pronto que los vehículos deportivos abrían la puerta al corazón
del público más joven. Y los jóvenes son el público principal de SEAT.
Revolucionar, cuando ha sido
necesario. Si hace 60 años los coupés hacían furor, hoy ni siquiera se llevan
las carrocerías con tres puertas. Con motivo de los 70 años de SEAT vamos a
hacer un rápido repaso por coches que fueron iconos para el mercado español de
coches deportivos y objetos de deseo entre los jóvenes de todas las épocas.
SEAT 850 Coupé: Corazón latino
En 1966 España se motorizaba a
gran velocidad. Al SEAT 600 le había salido un hermano mayor, un turismo, más
grande y más capaz, el 850. Solo un año más tarde nacía uno de los primeros
coches aspiracionales producidos en España, el 850 Coupé. Cierto, era una
evolución del SEAT 600. Llevaba el motor detrás, la propulsión se encomendaba a
las ruedas posteriores y se trataba solo de un 2+2 plazas.
El precio del 850 Coupé se
fijó en 105.000 pesetas de la época, un 30% más caro que la berlina 850. Un
sobreprecio que quien podía pagaba gustosamente, porque el 850 Coupé ponía al
alcance de sus usuarios aquello del placer de conducir. El motor del 850
recibía un carburador de doble cuerpo y mayor relación de compresión para
incorporarlo al Coupé. Con estas medidas, la potencia se disparaba en 10 CV,
hasta proporcionar 47 CV a un régimen elevado para la época, 6.200 rpm. Junto
con su aerodinámica silueta, esto le permitía alcanzar los 140 km/h. Para
adecuar el chasis a las prestaciones, el 850 Coupé fue el primer SEAT que
recibió frenos de disco delanteros. Con 720 kilos de peso, la agilidad y la
diversión estaban garantizadas. Dos años más tarde, en 1969, la potencia subió
a 52 CV al incorporar un motor que sería clásico en SEAT, el 903 cm3. Con él,
cambió la denominación a SEAT 850 Sport Coupé y se distinguía de lejos con sus
dobles ópticas, tanto delante como detrás. No hay que extrañarse de que
aquellas fiestas de los 60 tomaran otro rumbo cuando quien llegaba a ellas se
bajaba de aquel 850 Coupé.
SEAT 1200 Sport: la fiesta
sigue, con el nuevo rumbo
En 1975, llegan los primeros
frutos del nuevo Centro Técnico de SEAT: el SEAT 1200 Sport, el primer modelo
de diseño exclusivo de la marca. Original, aprovechando al máximo los recursos.
El estilo corre por cuenta de Aldo Sessano, un talentoso diseñador italiano. La
fabricación de la carrocería se realiza en Inducar, empresa con Antoni Amat al
frente. El Centro Tdispar . una a nte. El opor empresa en la que de olucionarlo todo. 0 Sport Cou ha conseguido
dar con los gustos del comprador qécnico no solo armoniza el conjunto: debe
conseguir colocar el motor longitudinal del SEAT 124 en una posición transversal
(tumbado 16 grados para que encaje) y acoplarle una caja de cambios para esta
nueva disposición y que soporte el par. Y lo logra. Se lanza primero con el
motor 1.197 cm3 (67 CV) que da el nombre SEAT 1200 Sport.
Un año más tarde, llega el
SEAT Sport 1430, de 77 CV. Su originalidad interior cuida el detalle y emana
deportividad en su salpicadero e instrumentación. Su exterior, si bien evoca
conceptos estilísticos previos de Sessano, incorpora un rompedor e inédito frontal
en poliuretano negro que le valió su apodo “Bocanegra”. Se fabricaron 19.322
unidades (dos tercios fueron 1200) antes de cesar su producción en 1979.
SEAT Fura Crono: la larga (y
rápida) sombra del SEAT 127
SEAT ya sabía volar sola. El
modelo 127 derivó en 1981 en el SEAT Fura. No transcurrió ni un año antes de
que SEAT le diera una personalidad deportiva, con la denominación Fura Crono.
Ciertamente ya no se trataba de un coupé como su antecesor, con aquel diseño
específico, soluciones propias y elevados costes de producción. Resultaba mucho
más interesante mejorar un modelo producido en grandes números, popular como el
Fura y poder ofrecerlo con unos precios mucho más competitivos, para llegar a
un público más numeroso. A la vez, tanto la marca SEAT como el modelo Fura
conseguían así un efecto halo, de dinamismo y deportividad.
¿Quién dijo que el Bocanegra
no tuvo sucesor hasta el homenaje que le hizo el Ibiza de la cuarta generación?
El Fura Crono llenaba de molduras plásticas negras todo el frontal del coche. Y
también su perímetro, con los ensanchamientos de los pasos de rueda y las
anchas molduras laterales. Se trata de refuerzos visuales, refuerzos también
prácticos para el uso urbano y que, hoy en día, vuelven a estar de moda: lo que
entonces enfatizaba el carácter deportivo, hoy sirve para reforzar el carácter
SUV.
La receta para un buen
deportivo siempre comienza por añadir potencia, que no falten caballos. Como se
hizo con su antecesor, se empleó el fiable y probado motor de 1.438 cm3, con
una potencia de 75 CV. Con solo 760 kilos de peso, la relación peso/potencia le
permitía una gran agilidad. Rápido y fácil de conducir, era muy estable en
curvas y su caja de cinco velocidades permitía su uso en autopista a un régimen
de motor menor, con mayor confort acústico y un consumo inferior.
Por si fuera poco, se puso en
marcha la Copa Fura de circuito con los Fura Crono, que logró reunir durante
tres años a los mejores pilotos españoles del momento e incluso rescatar para
el campeonato antiguas figuras del automovilismo. SEAT y deportivo iban de la
mano.
SEAT Ibiza SXi: una inyección
de modernidad
El Ibiza marcó la consagración
de SEAT como marca, un salto a la modernidad. En su primera generación se
reunieron las dotes productivas de SEAT, el genio del diseñador Giugiaro, el
saber de Porsche para desarollar un robusto motor y la experiencia de Karmann
para la industrialización de la carrocería. Por supuesto, no podía faltar en el
Ibiza la versión deportiva. Tardo cuatro años en llegar tras el lanzamiento
inicial del Ibiza, con una importante aportación técnica, la aplicación de la
inyección de gasolina sobre el motor 1.5 existente. El desarrollo realizado por
los ingenieros del Centro Técnico de Martorell llevó la potencia a 100 CV desde
los 85 de la versión de carburador. La denominación fue Ibiza SXi, con la “i”
en honor a la inyección, y la “X” por el doble circuito de frenos dispuesto en
X. Esto ya era una importante mejora de la seguridad, que además se acompañó de
unos discos de frenos ventilados delante, para adaptarlo a las mayores
prestaciones de este pequeño deportivo.
El Ibiza SXi seguía los pasos
del tratamiento estético de aquel Fura Crono, añadiendo amplios aletines,
estriberas y bandas laterales en negro, que visualmente lo envolvían y lo
protegían, junto con los paragolpes del mismo color. Dos alerones negros por
encima y por debajo de la luneta anunciaban su deportividad al mundo. Era un coche rápido, fácil de conducir, y la
inyección además reducía los consumos.
El Ibiza SXi había subido un
escalón la deportividad en SEAT, ahora en un coche de formato polivalente, más
habitable, con mayor maletero y más rápido que el Fura. El Ibiza SXi no solo
era un deportivo, sino que añadía otro aspecto clave: un alto grado de
equipamiento y una cuidada y llamativa presentación. No era un GTI, con sus 3,6
metros de longitud, pero estaba a las puertas.
SEAT Ibiza GTI: La segunda
generación se crece
La segunda generación del
Ibiza creció hasta los 3,8 metros y demostró que se podía ser un verdadero GTI
cuando se tiene lo que hay que tener. Giugiaro volvió a participar en la
génesis de este Ibiza que vería la luz en 1993. Trabajó intensamente con el
Centro de Diseño de Martorell para cambiarlo todo y crear un matagigantes. Las
tradicionales líneas rectas del exitoso diseñador italiano se tornaron
bulbosas, redondeadas y aerodinámicas para el Ibiza II. Todo era nuevo, el
Ibiza II estrenaba la planta de Martorell.
La nueva plataforma le
permitía ser compacto por fuera, grande por dentro. Esta vez, como los GTI, el
Ibiza no hacía grandes declaraciones de su deportividad hacia fuera. Escondía
bajo su atuendo sus trabajados abdominales: en este caso, un motor de inyección
de dos litros, el de mayor cilindrada del segmento. Rápido, ágil, fácil
(incorporaba servodirección), era ligero (1.010 kilos) y con un gran
comportamiento. Podía enfrentarse incluso a rivales del segmento superior con
sus 115 CV. SEAT Sport lo incluyó en sucesivas Copas de Rallies de Tierra para
demostrar su deportividad y fiabilidad, empleando motores de serie. Ganó
temperamento en 1994 con un segundo motor bajo la sigla GTI, esta vez un 1.8
16v de 130 caballos. Se creció tanto la segunda generación del Ibiza, que SEAT
comenzó con él la participación en el Mundial de Rallies.
SEAT Ibiza FR: deportividad
sin fin...
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