- Los accidentes de tráfico a nivel mundial siguen siendo una gran pandemia, ya que 1,3 millones de personas mueren anualmente víctimas por esta causa
- En una situación de alarma estatal y confinamiento no se han reducido tanto los accidentes como se esperaba
- 13 personas han muerto en la movilidad de Semana Santa en nuestras vacías carreteras
- Aunque la movilidad se ha reducido un 86%, la mortalidad solo se ha reducido un 48%
A pesar del Estado de Alarma, y las restricciones establecidas, resulta impactante ver los resultados del balance de la Semana Santa publicados por la Dirección General de Tráfico, sobre la movilidad y los accidentes producidos en vías interurbanas. Esta Semana Santa ha sido completamente diferente a lo que cualquier ciudadano podríamos imaginar hace tan solo un mes y medio, ya que nos encontramos en una situación de confinamiento y en un estado de alarma nacional que restringe la movilidad de los ciudadanos.
En esta situación de restricción en la movilidad llaman mucho más la atención los datos de accidentalidad, por lo que consideramos importante desde FESVIAL hacer un balance y reflexión sobre algunas dimensiones de la siniestralidad que se ha producido.
Una gran parte de la población ha permanecido en sus domicilios, saliendo exclusivamente para realizar compras de alimentos o las actividades básicas autorizadas, sin necesidad de hacer uso de ningún medio de transporte público o vehículos privados. Pero a pesar de que las calles y carreteras, en general, dan la sensación de que están vacías, la movilidad sigue existiendo para aquellas personas y actividades imprescindibles para asegurar las necesidades básicas de la sociedad. Esto se refleja en los 2,1 millones de desplazamientos que se han producido durante los once días del periodo de la Semana Santa.
El 80% de estos desplazamientos los han realizado conductores profesionales o de reparto, muchos de los cuales se ven en la necesidad de realizar grandes trayectos, bajo la presión y el estrés personal y social derivado del estado de alarma.
En relación concreta con los accidentes mortales y fallecidos, los datos resultan altamente significativos: Aunque la movilidad se ha reducido un 86%, la mortalidad solo se ha reducido un 48%. Este hecho -aparte de peculiar- lo podemos calificar como preocupante, ya que muchos de los riesgos viales derivados de compartir el espacio en la vía pública, se tendrían que haber reducido de manera considerable, al haber menos personas y vehículos desplazándose.
Esto indica que sería de especial interés y utilidad para la mejorar de la seguridad en la movilidad, conocer con mayor profundidad en qué circunstancias se produjeron los siniestros y en qué condiciones se encontraban los conductores que sufrieron esos accidentes.
Desde que comenzó el estado de alarma, los factores de riesgo que posiblemente mayor repercusión pueden tener en la conducción, y que desde FESVIAL hemos ido indicando, están relacionados con el estrés, la tensión, el sueño o la fatiga. La inseguridad global ante la situación, la carga de trabajo que tienen algunas personas, la tensión e incertidumbre con que se viven estos días, el temor ante la enfermedad, los problemas para conciliar el sueño, o el no realizar las paradas necesarias en la conducción -por la flexibilización de los tiempos de descanso-, pueden ser factores que hayan incidido en mayor medida en la siniestralidad que ha habido.
Respecto las características de los siniestros registrados durante la Semana Santa, las vías convencionales fueron las que mayor número de accidentes registraron, con 10 fallecidos, frente los 3 producidos en autovías o autopistas. Las vías convencionales siguen siendo, por lo tanto, las de mayor riesgo, incluso con menor densidad de tráfico, dimensión esta que habría que tener muy en cuenta.
Es llamativo también el hecho de que de los 13 fallecidos, 8 lo han sido por salidas de vía, los mismos que el año anterior, a pesar de que la movilidad este año ha sido mucho menor. Normalmente las salidas de vía o el accidente solitario se produce, según los datos de diferentes investigaciones, por sueño y fatiga en la conducción, factores ya mencionados anteriormente, además de por el consumo de sustancias. Son quizá estas primeras (sueño y fatiga) las que puedan explicar estos accidentes, ya que nos encontramos con vías con poca densidad de tráfico (lo que da lugar a una falta de estimulación cognitiva), con escasez de recursos y servicios (gasolineras, baños, cafeterías, restaurantes, etc.) donde parar a mitigar la fatiga, y la presión derivada del estrés situacional, tanto para conductores profesionales como para no profesionales.
En definitiva, los datos de siniestralidad indican la necesidad de investigar con mayor profundidad sobre cómo es la movilidad durante estas semanas de confinamiento y qué factores de riesgo y circunstancias predominan en la conducción, ya que el conocimiento real de la situación es fundamental para poder aplicar de forma inmediata y rigurosa, medidas eficaces que contribuyan a prevenir los actuales accidentes de tráfico.
Aunque se hayan reducido los siniestros y víctimas producidas este año en Semana Santa, en términos relativos la siniestralidad ha sido relativamente elevada, y no hay que olvidar que cuando acabe el estado de alarma, la movilidad se irá retomando poco a poco, con el riesgo de que se incrementen los accidentes de tráfico si no se conoce como esta situación está impactando en los usuarios de las vías.
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