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Este capítulo de la
‘Guía Peugeot del coche electrificado’ aborda los puntos clave de cómo se
conduce un coche eléctrico.
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Aunque los aspectos
básicos de la conducción son similares a los de un automóvil convencional, hay
muchas diferencias que convierte a los nuevos Peugeot eléctricos, el e-208 y el
e-2008, en algo completamente diferente.
Muchas
personas se están planteando adquirir un coche eléctrico, pero como sucede con
cualquier novedad tecnológica, dar el paso suscita dudas. Este capítulo de la ‘Guía
Peugeot del coche electrificado’ se centra en la conducción de un automóvil
eléctrico: ¿es tan diferente a la de un modelo convencional con motor de
combustión?
En
los aspectos básicos de la conducción no hay grandes diferencias, pero sí
muchos matices que hacen que la experiencia se convierta en algo muy diferente.
La mayoría de los usuarios que prueban un eléctrico salen del coche con una
sonrisa en la boca. Y es que la tecnología eléctrica ofrece una versatilidad y
ventajas que consigue poner de acuerdo a todo tipo de conductores, desde los
más deportivos, a los que buscan el confort y la suavidad de marcha.
1. Silencio y
ausencia de vibraciones
Es
lo primero que llama la atención a todo el que lo prueba. Estamos tan
acostumbrados a la sonoridad y vibraciones que provoca un motor de combustión
–que, al fin y al cabo, funciona por la explosión controlada de combustible-
que desplazarse en calma y silencio nos traslada a otra dimensión en la
conducción.
La
definición de confort gana muchos enteros en un coche eléctrico, sencillamente
por la ausencia de ruido y vibraciones. Justamente por este motivo, Peugeot se
ha esforzado en desarrollar mejores aislamientos, para que al volante de un
Peugeot e-208 o e-2008, ni el ruido aerodinámico, ni la pisada del neumático
enturbien la calma.
2. Una
conducción suave y fluida
La
inmensa mayoría de los coches eléctricos no tienen caja de cambios ni embrague:
no la necesitan por la forma en la que el motor entrega su empuje. Esto hace
que para el usuario, y más para quien haya conducido un coche con cambio
automático, todo sea más fácil; solo hay que centrarse en dos pedales:
acelerador y freno.
Como
con un coche que cambia de marcha de forma automática, este funcionamiento
resulta mucho más cómodo, sobre todo en ciudad o circulando en tráfico denso,
con constantes cambios de velocidad. Pero el eléctrico aporta un plus: todo es
más fluido porque no hay tirones ni la más mínima variación de empuje entre
marchas.
Además,
el no tener caja de cambios ni embrague reduce el coste de mantenimiento y
aumenta la fiabilidad, al eliminar dos componentes que sufren desgaste.
3. Un empuje
sorprendente
Otra
de las grandes sorpresas de los eléctricos es la gran sensación de empuje que
transmiten. Toda la potencia está disponible desde el primer instante, en
cuanto pisamos el acelerador. Una de las labores de los ingenieros ha sido
dosificar esa entrega de fuerza y el conductor ha de acostumbrarse a la
inmediatez de la respuesta. Si queremos disfrutar de prestaciones puras, el
coche eléctrico nos va a sorprender, pero si queremos alargar la autonomía y
contener el gasto de energía, debemos dosificar el acelerador o dejar que la
tecnología trabaje por nosotros, seleccionando un modo de conducción que prime
la suavidad y el bajo consumo energético.
4. Muchos
coches en uno
Un
motor eléctrico es mucho más modulable que uno de combustión y puede ofrecer
caracteres diferentes, desde el más deportivo al más sosegado.
El Peugeot e-208 y el
e-2008 ofrecen tres modos de conducción, Eco, Normal y Sport, que nos permiten
disfrutar de diferentes personalidades y ayudan a sacar el mejor partido
posible a su motor y batería. El primero prioriza diferentes elementos para
conseguir el mínimo gasto de energía y optimizar la autonomía. El intermedio
busca el equilibrio y el confort óptimo para un uso diario. El modo Sport da
prioridad a las prestaciones y sensaciones. Por ejemplo, este modo convierte al
Peugeot e-208 en todo un GTi, capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en solo 8,1
segundos y transmitiendo la característica diversión al volante de los
deportivos de Peugeot.
5. ¿Frenar con el acelerador?
Los coches eléctricos
incorporan un sistema de recuperación de energía. De esta forma, parte de la
energía que se libera en la frenada por el rozamiento se recupera y canaliza a
las baterías. De igual forma, la retención del motor eléctrico hace la misma
función. Estos sistemas son tan efectivos que un buen conductor de vehículo
eléctrico que sepa anticipar los momentos de recuperación de energía será capaz
de ampliar su rango de autonomía y economizar el gasto energético.
Ambos, el Peugeot e-208 y
el e-2008 disponen de dos modos de frenado y retención, que se seleccionan a
través de la palanca de cambios. El moderado ofrece unas sensaciones cercanas a
la de un vehículo térmico. El aumentado ofrece una gran deceleración al
levantar el pedal del acelerador para recuperar más energía. Esto hace posible
que el conductor no tenga la necesidad de recurrir a los frenos en deceleraciones
normales, lo que también implica un ahorro en el mantenimiento de los frenos.
6. Un comportamiento más neutro
Los coches eléctricos pesan
más que sus equivalentes de combustión por la masa de las baterías; pero al ir
instaladas en el suelo del coche, tienen un centro de gravedad muy bajo.
Además, al no disponer de un pesado motor sobre el eje delantero, el reparto de
pesos entre ejes está muy equilibrado.
Para el conductor esto se
traduce en una mayor seguridad, con una gran nobleza de reacciones, un carácter
neutro al tomar las curvas y una gran sensación de aplomo a cualquier
velocidad.
7. Te lleva a una conducción más sostenible y amable
Por su modo suave, fluido y
silencioso de funcionamiento; y por sus características de autonomía, tiempo e
infraestructura de recarga, los coches eléctricos nos “empujan” a realizar una
conducción más eficiente. Esta es una de las bendiciones adicionales a la
ecología que han aportado, y es que la gran mayoría de los usuarios adoptan
costumbres de conducción mucho más ecológicas, civilizadas y amables.
8. La autonomía
La forma en la que
conducimos un eléctrico afecta a su autonomía. Esto también sucede, en menor
medida, con un automóvil de combustión; que tiene a su favor una mayor red de
puntos de repostaje y un menor tiempo para llenar su depósito.
Los primeros eléctricos
generaban el fenómeno de la “ansiedad por la autonomía” por su bajo alcance,
pero el Peugeot e-208 ofrece 340 kilómetros de autonomía y el e-2008 alcanza
los 310 kilómetros (ambos WLTP). Esta gran distancia hace que no sea necesario
recargarlo, ni mucho menos, a diario. De hecho, esta autonomía cubre las
necesidades semanales de la mayoría de los usuarios (según datos del INE, los
automovilistas recorren en España una media de 240 km semanales).
Eso
sí, hay que realizar una planificación a la hora de realizar un viaje o si
vamos a realizar mucho kilometraje lejos de nuestro punto de recarga habitual.
La infraestructura de puntos de carga públicos sigue creciendo a un ritmo
acelerado (ya hay más de 225.000 en Europa). Las claves para utilizarlos es
poder localizar los puntos cercanos y poder pagar la recarga en ellos. Peugeot
facilita ambas tareas con la app ChargeMyCar de Free2MovemServices, que
localiza los puntos de carga disponibles y compatibles con tu vehículo, te guía
hacia ellos, organiza itinerarios y hace un seguimiento de tu consumo; ya sea
desde un smartphone o en la pantalla del coche. Este servicio también ofrece una
tarjeta de pago única y una solución de acceso universal para recargar tu coche
eléctrico en la mayor red europea de puntos de carga (actualmente, más de
130.000 en Europa). Además, la App MyPeugeot permite consultar a distancia la
carga disponible y a continuación localizar los puntos de recarga en nuestro
camino.
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