EL SEAT 600
El joven camina por la poblada
acera en dirección al concesionario. Un hombre de unos cuarenta años con las
sienes plateadas, traje impecable y corbata ancha con un grueso nudo ajustado
al cuello de su blanca camisa, lo recibe en la amplia puerta acristalada. En el
interior, los vehículos de ocasión están alineados en perfecto orden. Una mezcla
de colores y modelos de distintos tamaños dan al recinto un pulcro y esmerado
aspecto. El corpulento vendedor apoya la mano en el hombro del chico y lo
dirige a un pequeño vehículo de color blanco. Es un utilitario muy sencillo que
apenas supera los tres metros de largo y que pesa alrededor de 600 kilos; tiene
una carrocería de chapa prensada, línea suave y excelente aerodinámica. El
motor está situado tras el eje trasero, la caja de cambios dispone de cuatro
velocidades y la marcha atrás, y la velocidad máxima que refleja el
cuentakilómetros es de 110 km/h. Viene equipado con un espejo retrovisor en el
interior y otro en el lado izquierdo del conductor… Es el Seat 600 que, aunque
de reducido tamaño, se ha convertido en el coche familiar por excelencia de la
época.
Estamos en la década de
los años 70, concretamente en el año 1976… Después de cambiar las bujías, mirar
los niveles, comprobar la presión de las gomas y llenar el depósito de
gasolina, las dos parejas de jóvenes —los chicos delante con
sus cinturones ajustados, obligatorios desde el año anterior, y las chicas
detrás, como se hace habitualmente— enfilan la carretera
en dirección a Rosal de la Frontera, pueblo fronterizo con Portugal. Después de
los trámites de rigor, continúan la marcha que no interrumpen hasta llegar a la
localidad portuguesa de Beja. Descanso, almuerzo, vuelta a repostar y
reincorporación a la autovía buscando la capital de Portugal, país que, el 25
de abril de 1974, protagonizó un hecho histórico que se conoció como la
Revolución de los Claveles y que desembocó en la proclamación de un Estado
democrático.
Ya en el área
metropolitana de Lisboa, el puente colgante 25 de Abril, uno de los principales
iconos de la ciudad, atraviesa el grisáceo estuario de un sereno río Tajo. Casi
dos kilómetros de acero que sorprenden y sobrecogen… Aparcan el vehículo en la
puerta de un modesto hostal cercano a la Plaza del Comercio. Alojamiento, cena
y paseo: bajo el Arco da Rua Augusta, junto a la estatua de bronce de José I,rey de Portugal, y hasta los escalones que se conservan de la que fue la mejor
entrada a la urbe… Al día siguiente, una fría jornada de diciembre, la bruma
envuelve el recorrido que lleva a Sintra. La curvilínea carretera y el vapor de
agua impiden la contemplación exterior del Palacio da Pena. La fachada de la
que fue una de las principales residencias de la familia real portuguesa en el
siglo XIX se asoma con timidez entre la niebla. En su interior, la espléndida
belleza del claustro, la escalera de caracol, las cúpulas de sus torres son una
mezcla de estilos: neogótico, neomanuelino, neoislámico… Al pasar por Estoril,
una clara tarde permite contemplar el azul de las aguas del Atlántico, la
magnitud de su casino y la bella policromía de sus jardines.
Después de su fugaz
escapada, la tercera jornada de estancia en tierras portuguesas comienza para
los jóvenes del 600 cuando aún no ha amanecido. Hay que regresar a la ciudad
hispalense. Uno de los matrimonios viajeros tiene que acudir por la tarde a una
boda en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María… Cuando llegan a Sevilla, y el otro matrimonio se queda en su
domicilio, los dos ocupantes se dirigen a una población onubense, a unos 40
kilómetros de distancia, para recoger a dos familiares que también están
invitados al enlace nupcial… Se reanuda el viaje por las carreteras de las
provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.
Cerca del lugar de
destino, y cuando se han superado los 500 kilómetros de recorrido, la aguja de
la temperatura del Seat 600 llega al color rojo, evidenciando que su
temperatura es alta. Parada… Hay que rellenar el radiador y el vaso de
expansión. La botella para reponer está vacía y se llena con el agua de un
charco que la lluvia matinal había formado entre unas piedras. Con ese líquido
relativamente limpio, se hacen los correspondientes rellenos hasta la siguiente
estación de servicio en la que se depuran los conductos y se reponen con los
elementos adecuados… Poco antes del comienzo de la ceremonia religiosa, sin
superar en ningún momento los 90 km/h, el coche llega a la puerta de la
iglesia.
No pretendo en este artículo magnificar la valía del Seat 600,
calificado en el mundo del motor como “carne de perro”. Solamente quiero
decirles que, cuando se nos presente la ocasión de emprender aventuras que nos
plazcan, no nos pongamos cortapisas, porque, con el tiempo, ya vendrán por sí
solas —la difícil e inesperada situación que estamos viviendo lo
corrobora—, y si en la aventura cometemos algún error, no perdamos la
serenidad y el ánimo, pues según Goethe (poeta, dramaturgo y científico alemán,
siglos XVIII y XIX): “El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace
nada”.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
19/abril/2019
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