FANES
El diccionario de la RAE define al fan como “admirador o seguidor de alguien” en su entrada 1 y
“entusiasta de algo” en su entrada 2. Ciertos estudiosos amplían esa definición
elevándola hasta la categoría de fanatismo —fan es en realidad un anglicismo, acortamiento de fanatic
(fanático)—. Los fanes —según la Real Academia, aunque a determinadas personas les suene
mal esta palabra— de alguien o de algo constituyen el fandom (fanaticada o hinchada en
castellano). Algunos ponen de manifiesto su afición o entusiasmo enrolándose en
un club, una asociación, o un grupo de amigos de la persona o cosa que admiran.
Aunque el término se utiliza con más frecuencia en el deporte o en la música, podemos
hacerlo extensible a cualquier pasatiempo, a cualquier líder político e incluso
a cualquier objeto… Termino el párrafo con un botón de muestra: “Amigos del
600”.
Como hemos visto en las definiciones, y nos dicta la
experiencia, la admiración se manifiesta de maneras muy diversas, desde la
admiración propiamente dicha hasta el fanatismo desmedido, pasando por sus
diferentes niveles de entusiasmo. Por ejemplo, los aficionados al fútbol, tan
olvidado en estos difíciles momentos, tienen un equipo con el que se identifican
en mayor o menor medida... Algunos se alegran con el triunfo de sus colores y
se contrarían con las derrotas; después del partido, cualquiera que sea el
resultado, retoman la lectura del libro que dejaron sobre la mesa cuando
comenzó la contienda, se relajan en el sofá y saborean una cerveza… Otros se
embriagan con la euforia cuando pintan oros y se sumen en el abatimiento cuando
pintan bastos; si el partido termina con la derrota de su equipo, no les quedan
ganas de leer, se toman una cerveza del tirón y se arrellanan con su pesadumbre
en el sofá… Y por último, están los que estallan en una explosión de júbilo con
mofa hacia el rival cuando hay victoria y se enfadan hasta con el apuntador
cuando sufren la derrota; si pierde su equipo, tiran el libro que está sobre la
mesa, patean el sofá y engullen varias cervezas, mientras deambulan por el
salón soltando improperios a diestro y siniestro.
¿Y eso a qué viene en una revista de motor? Pues viene como
anillo al dedo, porque hay personas que son verdaderos fanes de todo lo
relacionado con los coches y su entorno y, lógicamente, también manifiestan
niveles más o menos altos de entusiasmo, aunque aquí voy a enfocarlo en los que
manifiestan ese entusiasmo de manera racional y moderada, porque creo que es lo
más frecuente en el mundo del motor. Están los generalistas, es decir, los que
son aficionados a todo lo concerniente a los vehículos de dos o cuatro ruedas: Siguen
las carreras de Fórmula 1, las competiciones de motos… Y como les gusta estar
informados de todas las novedades mecánicas y de diseños que van apareciendo en
el mercado, leen revistas y libros de motor y procuran acudir a todas las
exposiciones de coches y motocicletas que les permite su tiempo libre, o la
cercanía de los eventos, aunque, si se presenta la ocasión, no tienen pereza en
desplazarse a cualquier lugar.
Ahora les voy a hablar de los que se entusiasman con un
modelo… La tendencia SUV es imparable y no deja de crecer cada año. Los
avispados fabricantes, percatados de esta demanda, lo han potenciado, lanzando
nuevos diseños y ampliando su gama: pequeños, compactos, grandes y premium.
Como tiene una altura superior a los turismos convencionales, proporciona una
posición que mejora la visión del tráfico y dispone, además, de una gran
versatilidad que le permite moverse con soltura en el entorno urbano, realizar
viajes largos, o circular por terrenos abruptos. Al parecer su estética es uno
de los principales motivos de compra y, también, su confortable interior y su
amplio maletero. Por supuesto, no todos los usuarios comparten ese entusiasmo…
“Son muy caros y su consumo es alto”.
Hay consumidores que se declaran partidarios de una
determinada marca de vehículos… Cuidado, no hablo de los caprichosos
millonarios que se mueven en otro mercado, sino de los que pertenecen a la
clase media o a la clase media baja. En
algunos casos, esos señores se enervan hablando de su marca preferida… “Nunca
falla, apenas consume…” La defienden como si fuesen accionistas de la dichosa marca
y consideran que todo el que compra otra diferente, como mínimo, “no entiende
de coches”.
Como soy algo nostálgico, les voy a contar que en la década
de los 70, cuando apenas existían en el mercado cuatro o cinco marcas al
alcance del ciudadano medio, la que tenía más fanes era la Renault. “¿Pero a quién se le ocurre comprar ese coche?”
“Deberías haberte comprado un R12, hombre, y si el presupuesto no llegaba, un R8
o un R5 que también son muy buenos”. “Naturalmente si lo necesitas para el
trabajo, un R6” “No hay nada mejor que un Renault…” “¿Y eso era malo?”, se
preguntarán ustedes. No, lo que ocurre es que, en mi modesta opinión, no hay
nada mejor en esta vida que dejar que cada uno se compre el coche que le guste
y que le permita su economía: SUV, berlina, Renault… Lo importante es que
respetemos las decisiones responsables de los demás, el código de Circulación
Vial y las normas de convivencia. Así que, dadas las circunstancias actuales,
me parece muy oportuno terminar con este difundido consejo: “Frente al
coronavirus, quédate en casa”.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
fomgef@gmail.com
5/abril/2020
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