TIEMPOS DIFÍCILES
Me gustaría que las cosas fuesen de otra manera, que se tratase de un mal sueño de esos que terminan en un agitado despertar. Pero cuando salgo a la terraza que da a la carretera para levantar las persianas y escucho el sonido de las poleas que recogen las cintas, apenas interrumpido por el ruido de los motores de los pocos vehículos que transitan, alternando con largos silencios; cuando no veo un alma por la amplia acera o, si acaso, atisbo el caminar tranquilo de un una esbelta mujer que sigue a un lanudo perro al que lleva sujeto con una correa extensible; cuando sé que, un día más, tendré que permanecer en el dulce hogar que ya se está volviendo amargo, no tengo más remedio que escribir sobre el maldito coronavirus. Esa pandemia que se ha ensañado con la humanidad y que está vendiendo cara su derrota.
Las medidas ampliamente difundidas por los medios de
comunicación son conocidas por todos ustedes y, por tanto, no les voy a
insistir en el conocimiento de las mismas ni en su necesario cumplimiento,
aunque sí les voy a recordar la importancia de respetarlas y a detallar algunas
de sus inevitables consecuencias. No porque ustedes no las conozcan, sino por
la conveniencia de que no olvidemos que la situación es grave. La economía se
tambalea y los batacazos de las bolsas las sitúan por debajo de los peores registros
estadísticamente conocidos.
Recordando que estamos en una revista de motor, les voy a
describir la reacción de la industria del automóvil ante la crisis del
coronavirus. Podemos considerar que es unos de los sectores más castigados en
las últimas horas, con cierre de concesionarios y paradas en las fábricas con
el consiguiente perjuicio para los trabajadores del sector: Renault ha decidido paralizar la
actividad industrial en Francia y en España mientras dure la situación de
estado de alarma y ha previsto la presentación de un Expediente de Regulación
Temporal de Empleo (ERTE) para sus empleados… Seat utilizará medidas muy similares, si bien dice que “analizará
de forma continuada la necesidad del personal en cada centro de trabajo que
permita asegurar la continuidad del negocio durante este periodo y retomar la
actividad normal lo antes posible”… Los sindicatos de Ford proponen adelantar las vacaciones de Semana Santa a la próxima
semana, como medida paliativa… El grupo PSA
(Peugeot, Citroën, Opel, DNS) cierra todas sus plantas de producción en
Europa de forma progresiva hasta el 27 de marzo… Mercedes o Volkswagen proponen actuaciones semejantes a las
adoptadas por las marcas mencionadas anteriormente… Evidentemente, la situación
es espinosa y la podríamos trasladar a cualquier otro sector de la industria
española y mundial.
Hay que admitir que las restricciones de los Gobiernos
europeos son necesarias, con sus
discrepancias entre los distintos países y dentro de cada uno de ellos. En
estos momentos difíciles hay que arrimar el hombro y no poner chinitas en el
camino. “Aquí todo lo hacemos tarde y mal”. “¿Por qué se permitieron las manifestaciones
del 8-M?”, son las dos frases más repetidas por la opinión pública. Sin dejar
de considerar que las dos expresiones pueden llevar aparejadas sus dosis de
razón, creo que sería conveniente centrarnos en lo que en este momento tenemos
entre manos y cumplir cada uno con la misión que las circunstancias actuales exigen…
Los que tenemos la obligación de quedarnos en casa, solidarizándonos con los
que acuden cada día a sus trabajos para que el país no caiga en una parálisis
total. Todos los días brindamos un justo y merecido
aplauso a los empleados de la Sanidad y, sin ánimo de menoscabar el digno y
arriesgado desempeño de los que están en la vanguardia, no debemos olvidarnos
de las Fuerzas de Seguridad, de los agentes de Tráfico, del Servicio de Limpieza,
de los empleados de los supermercados, de los funcionarios de prisiones, de los
medios de comunicación, de los vendedores de prensa… Por ese motivo, hagamos extensivo
nuestro aplauso de reconocimiento generalizado a todos los que continúan en su
cotidiana labor… Parece más justo.
Mientras tanto, las redes echan humo. Corren bulos perniciosos
e inoportunos, bulos divertidos como la verticalidad de la escoba en un día
determinado debido a la inclinación del eje de la Tierra… Voces cantoras
entonan temas populares tras las rejas de sus balcones y propician el
acompañamiento de sus convecinos, se oyen instrumentos musicales, se improvisan
bingos, clases de zumba… Algunos se desesperan y huyen a la sierra —esto es verídico—.
Dos personas fueron rescatadas por la Guardia Civil en el Puerto de Cotos situado
en la Sierra de Guadarrama entre Segovia y Madrid, y estaban enfermas por las
condiciones climatológicas.
En
fin, estamos viviendo tiempos difíciles
y no sabemos cuánto van a durar. No nos queda otro remedio que —cada uno con su
cuota de responsabilidad activa o pasiva— tener paciencia. Pues como dijo el
líder pacifista indio Mahatma Gandhi (1869-1948): “Perder la paciencia es
perder la batalla”.
Paciencia,
responsabilidad, solidaridad y saludos cordiales.
Fernando
Monge
fmongef@gmail.com
22/marzo/2020
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