Y es que gracias al anuncio de los avances en materia de seguridad
activa y pasiva que intentará implantar la marca alemana Volkswagen en los
próximos años, sabemos más o menos por donde irán los avances tecnológicos en
seguridad para turismos y en qué campos nos ayudarán.
Y es que todo sistema que nos
ayude a conducir de una forma más precisa y más segura, irá eliminando poco a
poco uno de los grandes responsables de los accidentes de tráfico y que no es
otro que el factor humano. Algunos dirán que les encanta conducir y cuanto más
puro sea esto, mejor. Pero también debemos recordar que sólo existe una meta y
es el cero en el balance final de víctimas en accidentes de tráfico.
Uno de los primeros elementos
de los que habló la marca alemana fue de un nuevos sistema de frenada de
emergencia autónoma que consigue disminuir la distancia de frenada a 40 km/h en
500 milisegundos, lo que traducido a distancia es aproximadamente metro y
medio. Una gran diferencia que puede significar la diferencia entre por ejemplo
atropellar o no a alguien.
El sistema se basa en una
cámara que capta lo que ocurre delante del vehículo ademas de sensores de tipo
radar y un nuevo potenciador de la frenada que consigue que esta se realice de
forma más rápida y potente.
La segunda novedad consiste en
una mejora en el sistema de mantenimiento de carril. Este llegar a corregir la
trayectoria de tal forma que evita que nos salgamos de la trazada o golpeemos
contra un elemento lateral de la calzada.
Además de corregir la
trayectoria, realiza una función de aviso al conductor ya que realiza frenadas
y tirones en el cinturón de seguridad para que se vuelva a retomar el control
del vehículo. En caso de no poder (por un desmayo por ejemplo), el vehículo es
capaz de detenerse por él mismo activando las luces de emergencia.
Quizás la novedad más
llamativa sea la asistencia óptica. Desde el vehículo se nos proyecta un carril
virtual que representa el ancho del vehículo y marca la trayectoria que
realizará de seguir con el mismo rumbo sin intervenir en el volante.
Los automóviles cada vez
vigilarán, no solo lo que ocurre delante de él sino lo que pasa también detrás
o a los lados. Algunos ya vigilan por nosotros el ángulo ciego pero en breve
además sabrán si existe peligro de que suframos una colisión por alcance. O
también, cuando realizamos una maniobra marcha atrás, controlar el tráfico
circundante hasta llegar incluso a detener el vehículo si observa un obstáculo
u otro conductor que se aproxima y nosotros no hemos hecho nada por evitarlo.
La última tecnología
interesante es la ayuda de aparcamiento. Y ya no hablamos de que aparque solo
con nosotros dentro sino que el vehículo pueda salir o entrar en un sitio
estrecho donde luego tendríamos dificultades para salir por la puerta.
Encarar el vehículo, cerrar la
puerta dejándolo arrancado y desde el smartphone o la propia llave del coche,
hacer que se desplace lentamente hasta quedar perfectamente aparcado, con el
freno de mano eléctrico echado y el motor apagado. Y de forma idéntica hacia
atrás para que nos podamos subir. ¿El problema? No es tecnológico sino
burocrático porque la Convención de Viena de 1968 dice que todos los coches
deben de tener un conductor.
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