JOYAS RECÓNDITAS
Cuando suena la alarma del
teléfono móvil son la cinco de la mañana. Con presteza, pero sin precipitación,
vamos completando el equipaje de las dos pequeñas maletas de mano. Utensilios
de aseo, ropa necesaria para una breve ausencia del hogar, cargadores, algunos
comprimidos… Al mismo tiempo, ingesta de frutos secos, pan tostado, aceite de
oliva, café con leche… Barba rasurada, dientes cepillados. Cerramos la puerta,
bajamos la escalera del primer piso, cada uno con su trolley cogido por el asa.
Cuando llegamos a la acera, desplegamos el tirador y comenzamos la marcha hasta
la parada del autobús que nos llevará a la provincia de Badajoz. Después de una
breve espera, compartiendo los saludos matinales, asoma el autocar a las seis y
media en punto… Hora acordada con la agencia de viajes.
Recorrido por las barriadas
sevillanas, la oscuridad no deja ver con nitidez las siluetas de los edificios.
Las luces de las farolas son como luciérnagas que invaden la noche. Una parada,
otra parada, recogida de pasajeros hasta completar todos los mullidos asientos…
Salida de Sevilla por el Parque del Alamillo, entrada en la carretera de
Mérida, copita de anís para endulzar el trayecto, pausa para desayunar y
llegada a la Campiña Sur, al borde de Sierra Morena. Limitando con las
provincias andaluzas de Sevilla y Córdoba se encuentra la población de Azuaga,
perteneciente a la provincia de Badajoz.
Azuaga tuvo un papel destacado
en la colonización de América. En distintos puntos de la Parroquia de la
Consolación aparecen caras de indios, huella clara de la repercusión de esta
población en el descubrimiento del nuevo continente. Esta iglesia, declarada
“Monumento de interés histórico-artístico” en 1992, es un misceláneo de
estilos: gótico isabelino, plateresco, manuelino y renacentista y, entre arcos
ojivales y bóvedas de crucería, se encuentra una pila bautismal de estilo
morisco vidriada en color verde. Desde el exterior se observa que la fachada
principal tiene cinco cuerpos, la torre del campanario tiene 34 m de altura y
el reloj se encuentra albergado en un original templete… Por su estilo, es el
templo más importante de la provincia, una joya… Un inesperado regalo para las
almas sensibles.
En el partido judicial de Don
Benito, se ubica la población extremeña de Medellín, de fundación romana y cuna
de Hernán Cortés. Cuenta con un teatro romano que se localiza en la ladera sur
del Cerro del Castillo —fortaleza del siglo XIII ubicada en un elevado cerro de
la margen izquierda del río Guadiana—. Fundada por el cónsul Quintus Metellus,
unos ochenta años antes de Cristo, recibe su primera denominación Metellinum en
honor a su fundador. Excavaciones reciente, 1960 o 2007, ponen de manifiesto la
gran influencia que Mérida, debido a su
estratégica localización, ejercía sobre este lugar. Dejando a un lado las
consideraciones históricas y geográficas que no dejan de tener su interés, es
la composición estética del teatro la que lo convierte en un monumento que se
grabará para siempre en la memoria: el frente escénico, el proscenio —espacio semicircular
en el que se desarrolla la acción dramática—, los vomitorios, la cávea —donde
se colocaban los espectadores, según su rango social— y al fondo… el castillo
fortaleza del siglo XIII.
Con el recuerdo de la lluvia
que nos llevó a refugiarnos en la renacentista Catedral Metropolitana de San
Juan Bautista de Badajoz, del viaje al Alentejo portugués —suculenta comida
portuguesa y oscura visita al Palacio Ducal de Vila Viçosa—, el día siguiente,
nos dirigimos a Fuente del Arco, pueblo extremeño muy cercano al límite con la
provincia de Sevilla. A unos 6 kilómetros, aparece la Ermita de la Virgen del
Ara, espacio de romería y peregrinaje cada último domingo del mes de mayo. Este
sitio sagrado es un edificio del siglo XV. La nave principal la completa el pórtico
del siglo XVI y la cúpula y el campanario son del siglo XVII. Pero lo que
artísticamente impresiona es la bóveda interior decorada con frescos del siglo
XVIII, de autor desconocido, que representan escenas del Génesis. Un conjunto
de tal belleza que, aunque todas las comparaciones son odiosas, ha merecido el
nombre de Capilla Sixtina de Extremadura.
A las dos y media de la tarde,
llegamos a Monesterio en el partido judicial de Zafra (Badajoz), paso natural
de la Vía de la Plata… “Mamá“, ¿qué hay de comer?”… “Comida”… Texto escrito en
las servilletas del restaurante… Jarras de cerveza y botellas de vino, blanco o
tinto, ayudan a digerir las sabrosas migas enriquecidas con panceta y chorizo
al infierno; la ensalada con queso, endivia, canónigo, salmón y frutos secos;
el plato de queso, jamón, salchichón, caña de lomo y chorizo; el solomillo a la
brasa... Dulce de hojaldre y nata… Agua mineral, café y chupito… Broche final
del copioso almuerzo que nos sume en una relajada somnolencia cuando el autobús
regresa a Sevilla y por nuestras mentes vagan joyas recónditas.
Con mis mejores deseos, saludos
cordiales.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
17/noviembre/2019
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