domingo, 4 de agosto de 2019

CEDA EL PASO



                                            EL PELUCO


Descorro la azulada cortina. Una tenue luz atraviesa las hojas acristaladas… y sigilosa, se instala en la quejumbrosa salita herida por el frío de la gélida mañana. Las luminosas farolas esperan la salida del sol para volver a su letargo diurno. Miro a uno y otro lado, quiero cerciorarme del tiempo que se avecina. Gestiones ineludibles me obligan a salir a la calle y caminar con las bajas temperaturas del viento nordeste. Dejo detrás el edificio esquinero, el verde de las hierbas cubiertas con una fina capa blanquecina, la escarcha en los parabrisas de los coches… En la concurrida parada del autobús, entre bufandas, gorros de lana, guantes, botas de piel y chaquetones, un joven muestra ufano la muñeca de su antebrazo a otro que, con rostro complaciente y una amplia sonrisa, exclama:

—Hablando en caló, ¡qué buen peluco te has comprado!



Tengo la costumbre de no inmiscuirme en las conversaciones de los demás, jamás se me ocurre enmendar la plana a nadie, si ni siquiera me ha pedido opinión, así que me limité a recordar mentalmente un artículo que leí sobre el origen de la palabra peluco y, como estamos en una columna de opinión e información, me voy a tomar la libertad de revelarles su contenido…

Las monedas de oro españolas de más valor, desde el siglo XVI al XIX, fueron las de ocho escudos que se llamaban onzas. Esas monedas se diseñaban por una cara con el escudo de armas del rey, y por la otra, con la cruz patada —los brazos se estrechan en el centro y se anchan en los extremos—. A partir del siglo XVIII, con el reinado de Felipe V —nieto del rey francés Luis XIV— y la llegada de los Borbones, se sustituye la cruz por la imagen del soberano. Como la Corte española había adoptado la moda francesa de usar ostentosas pelucas, la efigie del monarca aparece en la moneda con ella, lo que provocó que el pueblo llano comenzara a llamar a esas monedas peluconas.

De esa forma, las palabras pelucona y pelucón fueron utilizadas por la población para referirse a algo caro o lujoso… Como el reloj de bolsillo era un caro artilugio que estaba al alcance de muy pocas personas, se le denominó reloj pelucón, que derivó en el término peluco. Posteriormente, ese término se utilizó para nombrar cualquier tipo de reloj, y especialmente los de pulsera… Así que peluco es una expresión que proviene de la jerga popular, y no tiene su origen en el caló.

Como hemos mencionado en el párrafo anterior que las palabras pelucona y pelucón fueron utilizadas por la población para referirse a algo caro o lujoso”, sin especificar ese “algo”, podemos tomarnos la frívola libertad —haciendo caso omiso a la RAE que solamente alude al reloj— de llamar peluco al automóvil. No me negarán que el precio de cualquier utilitario, si se compra nuevo, tiene algo de prohibitivo — algo caro o lujoso—, porque los más baratos que nos ofrece el mercado rondan los 10.000 euros.

Puestos a frivolizar, vamos a dar un brevísimo vistazo a algunos de los modelos y precios del mercado del automóvil, incluidos  los  de alta gama. Y para que los datos sean fiables, vamos a consultar la página web Cocheando, que tiene un interesante estudio, con puntuación, pruebas y comparativas:

El primer lugar de los utilitarios pequeños lo ocupa el Volkswagen T- Cross 2019 con un precio de 19.000 euros; el de los medianos, el Audi Q3 2018, 24.300 euros; el de los grandes, el Alfa Romeo Stelvio Quadrifoglio, desde 105.000 euros. Como hemos dicho que sería un brevísimo vistazo, vamos a concluir con los grandes deportivos, que sitúa en tercer lugar al Bugatti Chiron 2016, con un precio cercano a los 3 millones de euros. Sí, han leído bien.

Teniendo en cuenta que, aún, el buen funcionamiento de los vehículos está en nuestras manos — aunque para el año 2030 el 20% de ellos pueden ser totalmente autónomos, según un estudio elaborado por especialistas en posventa—, no olviden que, así como el reloj sirve fundamentalmente para dar la hora, la función principal del automóvil es trasladarnos de un lugar a otro… Compren el auto que les guste y que les permita su particular economía, sin olvidar los eléctricos. Porque un vehículo más caro puede ofrecer mejor calidad de chapa, neumáticos, amortiguación, frenada…, pero les recuerdo que, actualmente,  todos vienen muy bien equipados en confort y seguridad, y es nuestra actitud, correcto mantenimiento y prudencia en la conducción, la que hace a nuestro utilitario seguro… o todo lo contrario.

Con mis mejores deseos, saludos cordiales.

Fernando Monge
13/enero/2019
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