- Encuadernar un libro y diseñar un automóvil, dos procesos creativos unidos por la pasión por el detalle
- Los artesanos de ambos mundos dan forma con sus manos a los mismos materiales
- Un kilómetro de hilo para un coche, un metro para una novela
Encuadernar un libro y diseñar un automóvil, a simple vista, tienen poco que ver. Pero en la creación de un coche hay momentos en que la tecnología puntera deja paso a las manos, las tijeras y las máquinas de coser. Y es aquí donde ambos procesos se encuentran. La búsqueda constante de la perfección de sus piezas y la paciencia son secretos del oficio artesano que comparten, aunque en uno sirvan para dar forma a una pieza de más de una tonelada y, en el otro, a una de apenas medio kilo. Así se unen estos dos mundos tan aparentemente diferentes.
Todo empieza sobre un papel: Sobre él se plasman las ideas ya sea en forma de dibujo o plabras. El diseño de un coche nace de decenas de bocetos a mano en los que se trazan ya los volúmenes naturales e incluso la sensación de movimiento. Una hoja también es el punto de inicio para la encuadernadora Geòrgia Olivé, del taller artesano Relligats Olivé. Su trabajo, explica “es algo mágico, es dar vida a un libro”. Lo primero que hace es formar pequeños cuadernos, uno tras otro, con la ayuda de una herramienta llamada plegadora. Cuando ya los tiene todos los deja con un peso durante horas.
A flor de piel: El cuero es uno de los materiales más preciados por su calidad para confeccionar las tapicerías. “Lo prefiero porque es natural”, afirma Nick Allen, sastre de SEAT. “Con sólo tocar cada pieza puedo notar su calidad y saber cómo va a funcionar en la máquina de coser” continua. Geòrgia Olivé tiene en su taller 80 bobinas de telas diferentes para forrar las cubiertas. Para ella, también la piel, por su olor, su tacto y sus posibilidades de grabado, es la más idónea para crear una pieza de gran calidad.
Sin perder puntada: Las páginas agrupadas en cuadernos se cosen a máquina, pero los encuadernadores también restauran obras centenarias y éstas son tan delicadas que sólo se pueden coser a mano. “Con estas piezas hay que ser muy cuidadoso para que el papel no se desgarre”, asegura Geòrgia Olivé. Un metro de hilo es la espina dorsal de un libro, un kilómetro la de un coche. En el atelier de SEAT hay 250 bobinas de 100 colores diferentes. Para los volantes se emplea una aguja curva y la costura alemana, que es la que más hilo muestra a simple vista.
A todo color: Dar con el tono exacto que defina la personalidad de una creación no es sencillo. Se destinan más de 1.000 litros de pintura para la tonalidad de un nuevo coche. “Con la mezcla de 50 pigmentos diferentes y partículas metálicas se han llegado a hacer casi 100 variaciones de un mismo color para ver qué matiz queda mejor”, explica Carol Gómez del departamento de Color&Trim de SEAT. Para encontrar el de un libro hay que conocer su interior. Así, para una obra de literatura clásica el granate y los grabados dorados son apuesta segura, mientras que a una novela ligera le sientan mejor los tonos vivos. La gama de azules es ideal para las temáticas marineras y, la de verdes, para cualquier texto sobre naturaleza.
Tinta y cola y ni una sola partícula: El polvo es un enemigo común en ambos mundos. Pequeñas partículas que pueden echar al traste todo el proceso creativo. Los coches se pintan a una temperatura de entre 21 y 25 grados. Las cabinas tienen un sistema de ventilación similar al de un quirófano para evitar que entre polvo al aplicar las siete capas necesarias. Para restaurar un libro, Geòrgia Olivé dedica primero varias horas a liberarlo del polvo. Lo hace con un pincel que pasa suavemente y sin prisa por cada una de las páginas. La ventilación y el secado también son factores clave, sobre todo tras aplicar la cola para pegar las guardas y la tarlatana, la tela que une la tripa con la cubierta. “La humedad podría afectar al papel o dañar el cartón de las tapas. Y no hay vuelta atrás” afirma Geòrgia Olivé. El proceso de secado puede ser de hasta 24 horas para cada uno de los pasos. Nada si se trata de rescatar un libro del olvido.
Dos mundos, tres valores compartidos
Paciencia: Cada grosor, antigüedad, o tipo de papel o tela tiene sus tiempos. “A los libros hay que aprender a esperarlos” advierte Geòrgia Olivé. El lema de Nick Allen, el sastre de SEAT es “no te apresures”. No importan las horas dedicadas a una encuadernación o al diseño de la tapicería de un automóvil, lo que importa es que el resultado sea perfecto.
Experiencia: Geòrgia Olivé creció en el taller de encuadernación de su padre. Jugó entre papel, telas y herramientas de encuadernación y acabó haciendo de sus juegos su profesión. Nick Allen tiene 35 años de experiencia en el sector. “Llevo creando los interiores de coches con mis manos desde que tenía 16”. Y es justo por esa experiencia que Olivé sabe sin termómetro alguno, la temperatura exacta a la que debe estar el componedor, la herramienta que usa para grabar un título; o por lo que Allen sabe si apretar más o menos el pedal de la máquina de coser en función del material.
Sensibilidad: Reseguir con los dedos cada puntada para comprobar que la costura de un volante o la de entre páginas es perfecta. Oler el cuero o la lignina, aquel aroma tan característico de los volúmenes antiguos… Así es como los grandes artesanos marcan la diferencia. “¿Os habéis enamorado alguna vez de un libro?, pregunta Geòrgia Olivé. Es lo que le ocurre a ella a medida que arregla o crea uno, hasta el punto de que “cuando acabo y la pieza abandona el taller, lo echo de menos porque he establecido con él un vínculo especial”, afirma.
SEAT Comunicación
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