ADOCTRINAMIENTO
En los medios de comunicación,
en las tertulias radiofónicas y televisivas, en los círculos políticos y en la
calle, tenemos una palabra que se
ha significado por su frecuente aparición en los últimos meses. Es la palabra
adoctrinamiento ─acción y efecto de adoctrinar─. La convulsión independentista
que ha estallado en Cataluña ha sido la causa de su proliferación.
Muchas personas doctas, con
autoridad académica, han manejado el término con ecuanimidad y han hecho
exposiciones objetivas que todos hemos tenido la oportunidad de escuchar. Pero
otros, no exentos de academicismo y retórica, lo han utilizado de manera
torticera ─confundiéndolo con educación─, con la única intención de embarullar
a la opinión pública, en beneficio propio… Es, por supuesto, mi punto de vista.
Y precisamente para eso, para
exponer mi punto de vista, me encuentro inmerso en la elaboración de este
artículo. Pienso que ante esta situación coyuntural del panorama político
español, uno debe pronunciarse; y considero que, si se nos brinda la
oportunidad, se convierte en un deber inexcusable.
Para continuar con la
exposición, nos paramos en la definición que la RAE hace de la palabra
adoctrinar: inculcar a alguien determinadas ideas o creencias. Si conocemos que
inculcar es infundir con ahínco en el ánimo de alguien una idea, deducimos que
el adoctrinamiento carece de principios que son básicos en la educación:
participación, derecho a discrepar, no discriminación, libre elección…
Indudablemente, lo que se ha
ejercido en Cataluña durante muchos años, y que ha llevado a la Comunidad
Autónoma a esta situación insosteniblemente peligrosa, es adoctrinamiento. Un
sector de la sociedad catalana ha puesto el máximo empeño para inculcar en las
mentes de los estudiantes catalanes, desde su escolarización, un espíritu
independentista que ha convertido el hecho diferencial de la cultura catalana,
digna del mayor respeto, en un maremágnum
excluyente donde el principal enemigo es España. Consideran los independentistas
que la causa de todos los males que a ellos les acontecen tienen su origen en
la Nación española. Pero no de ahora, sino desde que Cataluña, según su
manipulada historia, tiene categoría de Nación.
Con esta actitud han provocado
un problema de convivencia en el seno de la propia sociedad catalana. Los
catalanes que no están de acuerdo con la independencia, también, son un gran
peligro para Cataluña ─dicen los separatistas─. Aquí no se pude discrepar. Los
que no participan o colaboran con el movimiento separatista son tachados de
fascistas ─qué barbaridad─. De esta forma la Comunidad ha quedado dividida en
dos sectores que llevan camino de ser irreconciliables: los que son partidarios
de la independencia y los que prefieren seguir formando parte de España
Tras el fraudulento referéndum
del 1-O, el problema se ha agudizado. Sin entrar en detalles del discurrir del
mismo ─hemos podido presenciar en directo todo su esperpéntico desarrollo─; nos
encontramos con la aplicación del artículo 155, con la detención por delito de
consejeros y otros cargos del Gobierno catalán y con un presidente que, tras un
derroche de ridículos despropósitos, huye a Bruselas.
Estamos en vísperas de las
elecciones del 21-D. Se abre una puerta a la esperanza para dar por finalizado
un problema que, con sus connotaciones sociales, económicas y políticas, no
debería haberse producido. Son las consecuencias del adoctrinamiento. Por el
bien de Cataluña y de España, deseo que impere la cordura y que todo vuelva a
la normalidad democrática.
Familia de TODOMOTOR, feliz
Navidad.
Fernando Monge
16/diciembre/2017
fmongef@gmail.com
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