UN CUENTO DE NAVIDAD
Cuando la nieve está
alfombrando el paisaje de la calle, y los niños juegan a hacer muñecos de
nieve. Hay alguien que ha perdido la ilusión.
Cuando para muchos, estos
días de fiestas, estos días de Navidad son días para reencontrarse: con sus
seres queridos, con su barrio de siempre, su comida preferida, con los amigos
de toda la vida; otros llegan a esta época del año deseando que pase lo más
rápido posible: han tenido un mal año, han perdido a un ser querido, o estas
fechan les trae malas experiencias.
La música hace que te transportes
al pasado, que revivas los momentos que disfrutaste con tu familia, donde los
mazapanes, los villancicos formaron parte de la banda sonora de tu Navidad y,
sobre todo, tus seres queridos hicieron que una tras otra Navidad se marcara en
tu piel a fuego.
Creo que estos días hacen
que, por cercanía o por genealogía, todo se viva de una manera especial. Esos
paseos por el centro de la ciudad, las luces, los villancicos y la comida
especial de tu abuela o de tu madre se agarren a tus recuerdos y a tus sentidos.
Que un árbol de navidad o un belén te transporte de fecha, reviva una manera de
ser o de haber sido.
Pero hoy recuerdo a mi
amigo, aquel que le daba igual de la Navidad, de las normas y todo lo que tenía
que ver con una convivencia en paz.
Mi amigo, desde pequeño,
vivía en una familia desestructurada. Sus padres se separaron muy jóvenes, los
abuelos habían muerto y a él todo lo que significa transgredir le llamaba la atención.
Muchas veces, dejé de acompañarle porque un amigo común le dejaba llevar su
coche si haber obtenido el permiso de conducir. Le daba exactamente igual
ponerse el cinturón de seguridad, conducía de vez en cuando con una copa de
más. Las normas estaban para romperlas. Yo pensaba que esa forma de pensar
podía costarle la vida. Pero a él no le importaba.
CONCLUSIÓN:
Estos días cuando al ser
humano le falta el amor: de su familia más cercana, de sus amigos o la
seguridad de todo lo que la sociedad le puede ofrecer, son días en los que
pensamos o actuamos como si fueran los últimos segundos de nuestra vida.
Si se nos presentara el
fantasma del pasado, llegaría seguramente al volante de un Seat 850 que nos
llevaba a clase, o a los entrenamientos o quizá a una cita furtiva donde el cinturón
de seguridad todavía estaba por llegar.
Pero si fuera el fantasma
del presente, hoy con mi Mazda 3, me haría pensar en las cosas que he hecho mal
a lo largo de los años y quizá hoy podría corregir.
La que si estoy seguro es que,
si llegara el fantasma del futuro, cualquier decisión que tomara estaría por
escribir, para mi o para los míos. Mis buenos deseos serían denominador común
de una vida repleta de “ausencia de miedos” por lo tanto de FELICIDAD.
Luces, villancicos, buenos
deseos… Una Navidad más para los más jóvenes,
una Navidad menos para los que vamos viviendo acorde con nuestra edad. Abuelos,
padres, hijos… Y algo para recordar, una Navidad más, donde la ilusión hace que
nuestros deseos sean momentos de felicidad para la gente que queremos.
Por eso, todos los que en
estos días crucen el país de norte a sur y de este a oeste, lleguen a casa y
vivan una Navidad más repleta de buenos deseos para todos.
La carretera sea tan solo un
proceso en el tiempo y no un recuerdo amargo de nuestras circunstancias.
Amigo/a feliz Navidad.
Pepe Bejarano
16/12/2017
todomotorsevilla@gmail.com
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