Unespa, la patronal que reúne a las aseguradoras españolas, ha realizado un
estudio que aporta mucha luz sobre este tema. Para ello, ha analizado los siniestros comunicados por
los conductores que afectan a los daños propios. Es decir, aquellos
causados por el propio asegurado a su vehículo y que solo quedan cubiertos si se tiene contratada una póliza a todo
riesgo.
Es decir, del estudio quedan fueran todos aquellos
golpes que no se comunican porque el seguro no los pagará (no está
incluido en la cobertura) o porque realmente no han ocasionado daños. Según los
datos de Unespa, casi un 27% de
los 29,1 millones de vehículos de todo tipo que circulan por España cuenta con
pólizas a todo riesgo, con o sin franquicia.
A partir de los
siniestros de los que sí se tiene constancia se concluye que los conductores
que tienden a sufrir más accidentes sin contrario y de mayor gravedad son los varones jóvenes y con menos experiencia.
Bajo esta tipología de siniestros se encuentran, en esencia, los golpes contra columnas en los garajes y
las colisiones contra los bolardos que demarcan las aceras en la
vía pública.
Superada la
inexperiencia inicial, la propensión a la siniestralidad de ellas se modera
notablemente mientras que la de los varones vuelve a crecer y se mantiene
siempre por encima de la de las mujeres hasta llegada la década de los cuarenta. Los peores conductores
aparcando son, con claridad, los
hombres de entre 18 y 40 años.
Además de la
propensión a darse golpes, el estudio que aparecerá en la Memoria social del
seguro 2015 analiza la gravedad de
las colisiones acaecidas aparcando en calles y garajes. Aquí, de nuevo,
la conclusión es que los jóvenes varones son los conductores más torpes al
volante. No sólo se dan más golpes, sino que sus colisiones son más fuertes y
causan desperfectos más caros de reparar. Esta situación se estabiliza en torno
a los 28 años -una vez alcanzados
los 10 años de experiencia con el carnet de conducir-, momento en el que
hombres y mujeres padecen siniestros de gravedad prácticamente idéntica. A
partir de los 35 años se produce un repunte en la gravedad, asociada al mayor
valor de los vehículos que se conducen en ese tramo de edad, que conllevan
visitas al taller más costosas.
Para Unespa, el
descenso de los siniestros de los varones también está marcado por la compra
del primer vehículo, frente a los primeros años, en los que suele tomarse el
coche de alguno de los miembros de la familia. Esta circunstancia explicaría, a
juicio de la patronal de las aseguradoras, el repunte de los siniestros de las
mujeres a partir de los 40 años. "Los
hijos suelen coger el coche de sus madres en sus primeros años de carné",
afirma Pilar Gómez de Frutos, presidenta de Unespa.
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