lunes, 29 de julio de 2013

ABARTH 500C 595 COMPETIZIONE

El Fiat 500 es un vehículo perfecto para el tráfico urbano, un modelo que se ha convertido en un icono dentro de los desplazamientos en ciudad por sus dimensiones muy contenidas y su estilo. Si a ello le sumamos un techo descapotable, el vehículo gana unos cuantos enteros. Esta versión añade además un motor muy potente, de 160 caballos y unas prestaciones realmente espectaculares.

Tengo que empezar hablándoles del concepto del Fiat 500, un vehículo de cuatro plazas, en realidad más cerca de un concepto 2+2, que desde su lanzamiento ha tenido un gran éxito comercial. Y es que la marca Fiat tiene un dominio casi absoluto en lo que a coches pequeños se refiere, para un uso eminentemente urbano. Un terreno que domina con claridad. Esas formas redondeadas y ese estilo retro innegable le hacen un vehículo realmente atractivo y muy buscado.


El segundo aspecto diferenciador de este vehículo que hemos probado en esta ocasión es su techo descapotable. Bueno en realidad no sé si puede llamar así, porque es un techo corredizo de lona que se desliza hacia atrás, pero que mantiene la estructura de su carrocería y su rigidez, pero a todos los efectos se puede decir que permite viajar sin techo.

Este tipo de vehículo, que podríamos llamar seudodescapotable, tiene muchas ventajas. La primera y más importante es que se puede llevar en la posición que uno quiera. Si en un descapotable normal solo hay la posibilidad de llevar el techo puesto o quitado, en este caso se puede llevar abierto un palmo, o dos, o solo la parte superior, o cerrado. Incluso permite bajar la última parte trasera, la que incluye la luneta térmica, para ofrecer la máxima sensación de un cabrio. Eso sí, en este caso la visibilidad es un poco limitada por el espejo interior central, y hay que fiarse de los laterales exteriores.

Y tiene otra ventaja, que su maletero no se ve más limitado que en una versión cerrada, como ocurre en otros descapotables. Aunque en ese sentido hay que reconocer que este Abarth no se caracteriza por un gran maletero, pero no se puede pedir mucho más a un vehículo de 3,65 metros de longitud exterior. Su volumen es de 185 litros y la boca de carga es muy justa.

Lo que hace diferente a esta versión tan especial del 500C es su equipo mecánico. El motorque equipa al 595 Competizione que hemos probado es un propulsor 1.4 de gasolina con turbo que convierte a este pequeño urbano cabrio en un coche realmente brutal, de 160 caballos. Un vehículo casi de carreras, con un comportamiento de vehículo pensado para poder rodar al límite en las carreteras más viradas y con más curvas.

Asociado con este motor encontramos una caja de cambios automática de cinco relaciones con levas en el volante, y con un manejo un poco especial. Y es que no hay palanca de cambios, y en su lugar encontramos en la posición que normalmente ocuparía la palanca, cuatro botones: 1, R, M/A y N. Para ir hacia delante presionamos 1 y para ir hacia atrás R.

Al poner 1 se acciona el modo automático, mientras que para hacer una gestión Manual del cambio solo hay que presionar la tecla A/M y ponerlo en manual. Pero realmente no es necesario en absoluto porque vayamos como vayamos siempre al presionar una leva del volante se realiza de forma inmediata el cambio.

Y para completar el esquema mecánico del coche, unos desarrollos muy cortos y unas suspensiones muy firmes y bastante secas. Todo este conjunto de elementos de enfoque tan “racing” convierten a este pequeño 500 C en un auténtico kart.

En el modo normal se puede hacer una conducción más o menos racional, porque su cambio funciona tratando de buscar el mínimo de consumo y va cambiando de marchas hacia arriba proporcionando una conducción lógica y un consumo razonable. Pero ojo, el valor homologado en ciclo mixto es de 6,5 litros, lo que indica que rodando con la máxima tranquilidad hablaremos de 7 litros o incluso 7,5, pero si le damos con fuerza al acelerador serán 10 litros o más. 

Este Abarth 500 C, es un coche que siempre va pidiendo “guerra”, y si pisamos con fuerza el acelerador, el cambio empezará a reducir y ese pequeño urbano de cuatro ruedas comenzará a demostrar de lo que es capaz.

Pero el 595 Competizione lleva levas en el volante para gestionar el cambio. Estas van situadas a ambos lados del volante, la de la izquierda para reducir y la de la derecha para subir. Su accionamiento es muy rápido y enseguida el cambio aplica las órdenes recibidas. Estas levas siempre mandan sobre el funcionamiento del cambio salvo para evitar un exceso de vueltas.

Al menos en mi experiencia durante los días que duró esta prueba, al principio uno conduce con suavidad, pero al cabo de unos cuantos minutos empieza a darle a las levas y aquello empieza a convertirse en una máquina endiablada. Y es que el Abarth 500 C corre mucho.

Solo hay que hacer una cuenta fácil, un peso ligeramente por encima de los 1.000 kilos y una potencia de 160 caballos. Además, los desarrollos juegan a su favor, porque estos son tan cortos que la agilidad del vehículo es casi insuperable. Y es que si sumamos su batalla muy corta, sus dimensiones también limitadas, su peso muy bajo y un desarrollo en quinta de 40 km/h, tenemos una verdadera bomba del asfalto.

Puestos a acelerar, pocos vehículos se nos pueden poner delante para evitar que pasemos por encima de ellos. Y su capacidad de frenado, por su peso muy reducido y la potencia de su equipo de frenos, es también espectacular.

Pero se me olvidaba un detalle muy importante. Y ya que he utilizado el adjetivo de espectacular para los frenos, hay un detalle aún mucho más espectacular, y es que nuestra unidad de pruebas equipaba unos asientos bacquet casi insuperables. Negros en el exterior y de color rojo muy llamativo en la zona central con terminación en Alcantara, estos asientos sujetan como los de pocos coches del mercado, a los ocupantes de las plazas delanteras. Estos asientos son una opción que cuesta mil euros a añadir al coste del vehículo.

Como todo, estos asientos tienen su aspecto negativo. Son muy altos, y abultan más que unos asientos normales, por lo que las plazas traseras se convierten, casi, en testimoniales. Yo no lo he intentado, tengo que reconocerlo, pero supongo que hacer 100 kilómetros en la parte trasera de este coche, casi sin visibilidad y con unas suspensiones duras como piedras debe ser una experiencia poco recomendable.

Este Abarth 500 C es un auténtico juguete, un coche para divertirse un rato al volante y disfrutar en una zona virada. Pero creo que no es un vehículo para el día a día, salvo que se sea un verdadero “quemado de la velocidad”. Lleva un motor muy potente con un buen tirón por encima de las 3.500 vueltas pero que tira hasta llegar al corte de las 6.000 vueltas. Y eso es lo que pide el coche, pero si lo llevamos así iremos muy deprisa, muy por encima de los límites, y estaremos gastando mucho y poniéndonos en peligro en cada paso por un radar.

Las suspensiones son muy, pero que muy duras, para poder ofrecer una estabilidad apropiada a un vehículo con una relación peso/potencia de 6,8 kg/CV. Además de esta dureza, el coche lleva un neumático de perfil bajo y esto hace que sus reacciones sean aún más duras y bruscas. Y si a esto sumamos que las dimensiones del coche son muy pequeñas, tenemos como resultado un coche muy nervioso, con el que siempre hay que ir con las dos manos puestas en el volante y que no permite la más mínima distracción. Un automóvil de una conducción muy exigente en todo momento.

Pero aún escondido tiene un paso más de deportividad. Junto al cuadro de instrumentos, a la izquierda, tenemos un reloj que nos indica la presión de soplado del turbo, un elemento clave a la hora de obtener la potencia de este pequeño motor de gasolina. Y del que depende su comportamiento.

En la consola central encontramos un botón que dice Sport, que al presionarlo supone un notable aumento de las prestaciones, por si fueran ya pocas las que proporciona en el modo normal. Entonces aumenta la presión de soplado y se avisa con el indicador “Sport” iluminado en el centro del medidor de presión del turbo.

Entonces, en el modo sport, todo en el Abarth 500C se hace aún más radical, los cambios se realizan a un número mayor de vueltas y hasta puede llegar al corte de inyección cuando se presiona fuerte el acelerador.

Es un coche muy divertido para un rato, para poder disfrutar una mañana haciendo diabluras con él, pero es un vehículo complicado para el día a día. Si hay que hacer un viaje de 300 kilómetros, por ejemplo, por una carretera con curvas, disfrutaremos mucho conduciendo, pero al llegar al destino este viaje nos habrá pasado factura.


Lo que si ofrece es la garantía de que al llegar a un sitio seremos el centro de atracción de todos los presentes, sobre todo si nuestro coche está equipado con estos espectaculares asientos opcionales en color bitono y si llegamos con el coche descapotado. Y todo esto tiene un coste de solo 27.950 euros que cuesta el coche y los otros mil euros de los asientos.     

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