El Fiat 500 es un vehículo
perfecto para el tráfico urbano, un modelo que se ha convertido en un icono
dentro de los desplazamientos en ciudad por sus dimensiones muy contenidas y su
estilo. Si a ello le sumamos un techo descapotable, el vehículo gana unos
cuantos enteros. Esta versión añade además un motor muy potente, de 160
caballos y unas prestaciones realmente espectaculares.
Tengo que empezar
hablándoles del concepto del Fiat 500, un vehículo de cuatro plazas, en
realidad más cerca de un concepto 2+2, que desde su lanzamiento ha tenido un
gran éxito comercial. Y es que la marca Fiat tiene un dominio casi absoluto en
lo que a coches pequeños se refiere, para un uso eminentemente urbano. Un
terreno que domina con claridad. Esas formas redondeadas y ese estilo retro
innegable le hacen un vehículo realmente atractivo y muy buscado.
El segundo aspecto diferenciador
de este vehículo que hemos probado en esta ocasión es su techo descapotable.
Bueno en realidad no sé si puede llamar así, porque es un techo corredizo de
lona que se desliza hacia atrás, pero que mantiene la estructura de su
carrocería y su rigidez, pero a todos los efectos se puede decir que permite
viajar sin techo.
Este tipo de vehículo, que
podríamos llamar seudodescapotable, tiene muchas ventajas. La primera y más
importante es que se puede llevar en la posición que uno quiera. Si en un
descapotable normal solo hay la posibilidad de llevar el techo puesto o
quitado, en este caso se puede llevar abierto un palmo, o dos, o solo la parte
superior, o cerrado. Incluso permite bajar la última parte trasera, la que
incluye la luneta térmica, para ofrecer la máxima sensación de un cabrio. Eso
sí, en este caso la visibilidad es un poco limitada por el espejo interior
central, y hay que fiarse de los laterales exteriores.
Y tiene otra ventaja, que su
maletero no se ve más limitado que en una versión cerrada, como ocurre en otros
descapotables. Aunque en ese sentido hay que reconocer que este Abarth no se
caracteriza por un gran maletero, pero no se puede pedir mucho más a un
vehículo de 3,65 metros de longitud exterior. Su volumen es de 185 litros y la
boca de carga es muy justa.
Lo que hace diferente a esta
versión tan especial del 500C es su equipo mecánico. El motorque equipa al 595
Competizione que hemos probado es un propulsor 1.4 de gasolina con turbo que
convierte a este pequeño urbano cabrio en un coche realmente brutal, de 160
caballos. Un vehículo casi de carreras, con un comportamiento de vehículo
pensado para poder rodar al límite en las carreteras más viradas y con más
curvas.
Asociado con este motor
encontramos una caja de cambios automática de cinco relaciones con levas en el
volante, y con un manejo un poco especial. Y es que no hay palanca de cambios,
y en su lugar encontramos en la posición que normalmente ocuparía la palanca,
cuatro botones: 1, R, M/A y N. Para ir hacia delante presionamos 1 y para ir
hacia atrás R.
Al poner 1 se acciona el
modo automático, mientras que para hacer una gestión Manual del cambio solo hay
que presionar la tecla A/M y ponerlo en manual. Pero realmente no es necesario
en absoluto porque vayamos como vayamos siempre al presionar una leva del
volante se realiza de forma inmediata el cambio.
Y para completar el esquema
mecánico del coche, unos desarrollos muy cortos y unas suspensiones muy firmes
y bastante secas. Todo este conjunto de elementos de enfoque tan “racing”
convierten a este pequeño 500 C en un auténtico kart.
En el modo normal se puede
hacer una conducción más o menos racional, porque su cambio funciona tratando
de buscar el mínimo de consumo y va cambiando de marchas hacia arriba
proporcionando una conducción lógica y un consumo razonable. Pero ojo, el valor
homologado en ciclo mixto es de 6,5 litros, lo que indica que rodando con la
máxima tranquilidad hablaremos de 7 litros o incluso 7,5, pero si le damos con
fuerza al acelerador serán 10 litros o más.
Este Abarth 500 C, es un
coche que siempre va pidiendo “guerra”, y si pisamos con fuerza el acelerador,
el cambio empezará a reducir y ese pequeño urbano de cuatro ruedas comenzará a
demostrar de lo que es capaz.
Pero el 595 Competizione
lleva levas en el volante para gestionar el cambio. Estas van situadas a ambos
lados del volante, la de la izquierda para reducir y la de la derecha para
subir. Su accionamiento es muy rápido y enseguida el cambio aplica las órdenes
recibidas. Estas levas siempre mandan sobre el funcionamiento del cambio salvo
para evitar un exceso de vueltas.
Al menos en mi experiencia
durante los días que duró esta prueba, al principio uno conduce con suavidad,
pero al cabo de unos cuantos minutos empieza a darle a las levas y aquello
empieza a convertirse en una máquina endiablada. Y es que el Abarth 500 C corre
mucho.
Solo hay que hacer una
cuenta fácil, un peso ligeramente por encima de los 1.000 kilos y una potencia
de 160 caballos. Además, los desarrollos juegan a su favor, porque estos son
tan cortos que la agilidad del vehículo es casi insuperable. Y es que si
sumamos su batalla muy corta, sus dimensiones también limitadas, su peso muy
bajo y un desarrollo en quinta de 40 km/h, tenemos una verdadera bomba del
asfalto.
Puestos a acelerar, pocos
vehículos se nos pueden poner delante para evitar que pasemos por encima de
ellos. Y su capacidad de frenado, por su peso muy reducido y la potencia de su
equipo de frenos, es también espectacular.
Pero se me olvidaba un
detalle muy importante. Y ya que he utilizado el adjetivo de espectacular para
los frenos, hay un detalle aún mucho más espectacular, y es que nuestra unidad
de pruebas equipaba unos asientos bacquet casi insuperables. Negros en el
exterior y de color rojo muy llamativo en la zona central con terminación en
Alcantara, estos asientos sujetan como los de pocos coches del mercado, a los
ocupantes de las plazas delanteras. Estos asientos son una opción que cuesta
mil euros a añadir al coste del vehículo.
Como todo, estos asientos
tienen su aspecto negativo. Son muy altos, y abultan más que unos asientos
normales, por lo que las plazas traseras se convierten, casi, en testimoniales.
Yo no lo he intentado, tengo que reconocerlo, pero supongo que hacer 100
kilómetros en la parte trasera de este coche, casi sin visibilidad y con unas
suspensiones duras como piedras debe ser una experiencia poco recomendable.
Este Abarth 500 C es un
auténtico juguete, un coche para divertirse un rato al volante y disfrutar en
una zona virada. Pero creo que no es un vehículo para el día a día, salvo que
se sea un verdadero “quemado de la velocidad”. Lleva un motor muy potente con
un buen tirón por encima de las 3.500 vueltas pero que tira hasta llegar al
corte de las 6.000 vueltas. Y eso es lo que pide el coche, pero si lo llevamos
así iremos muy deprisa, muy por encima de los límites, y estaremos gastando
mucho y poniéndonos en peligro en cada paso por un radar.
Las suspensiones son muy,
pero que muy duras, para poder ofrecer una estabilidad apropiada a un vehículo
con una relación peso/potencia de 6,8 kg/CV. Además de esta dureza, el coche
lleva un neumático de perfil bajo y esto hace que sus reacciones sean aún más
duras y bruscas. Y si a esto sumamos que las dimensiones del coche son muy
pequeñas, tenemos como resultado un coche muy nervioso, con el que siempre hay
que ir con las dos manos puestas en el volante y que no permite la más mínima
distracción. Un automóvil de una conducción muy exigente en todo momento.
Pero aún escondido tiene un
paso más de deportividad. Junto al cuadro de instrumentos, a la izquierda,
tenemos un reloj que nos indica la presión de soplado del turbo, un elemento
clave a la hora de obtener la potencia de este pequeño motor de gasolina. Y del
que depende su comportamiento.
En la consola central
encontramos un botón que dice Sport, que al presionarlo supone un notable
aumento de las prestaciones, por si fueran ya pocas las que proporciona en el
modo normal. Entonces aumenta la presión de soplado y se avisa con el indicador
“Sport” iluminado en el centro del medidor de presión del turbo.
Entonces, en el modo sport,
todo en el Abarth 500C se hace aún más radical, los cambios se realizan a un
número mayor de vueltas y hasta puede llegar al corte de inyección cuando se
presiona fuerte el acelerador.
Es un coche muy divertido
para un rato, para poder disfrutar una mañana haciendo diabluras con él, pero
es un vehículo complicado para el día a día. Si hay que hacer un viaje de 300
kilómetros, por ejemplo, por una carretera con curvas, disfrutaremos mucho
conduciendo, pero al llegar al destino este viaje nos habrá pasado factura.
Lo que si ofrece es la
garantía de que al llegar a un sitio seremos el centro de atracción de todos
los presentes, sobre todo si nuestro coche está equipado con estos
espectaculares asientos opcionales en color bitono y si llegamos con el coche
descapotado. Y todo esto tiene un coste de solo 27.950 euros que cuesta el
coche y los otros mil euros de los asientos.
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