Los indicadores apuntan a que las necesidades de transporte en la UE están aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La demanda está poniendo a la industria de la logística bajo una presión cada vez mayor para mantener la competitividad y reducir su huella de carbono, ayudando a la reducción de emisiones necesarias para alcanzar los objetivos fijados para 2030 o la neutralidad climática para 2050.