Un joven inconformista, de mirada melancólica y modales rudos, que vivió deprisa y falleció trágicamente. El actor James Dean se convirtió en leyenda en el otoño de 1955.
Los vehículos deportivos más aerodinámicos de Stuttgart ejercían una atracción especial sobre James Dean. Eran rápidos y estilizados, emocionales y pragmáticos. Aquellos modelos se adaptaban a la perfección al estilo de vida inconformista del joven actor. Lo cierto es que los inicios de Dean no fueron fáciles, tuvo que luchar para hacerse un hueco en la vida. Su breve carrera como actor en Broadway llegó tras unos hambrientos años de sequía laboral. No sería hasta 1955 cuando, con 24 años, conseguiría sus primeros papeles protagonistas en películas de Hollywood.
Con su comportamiento desafiante y a la vez apasionado y reservado, recordaba al personaje ficticio Caleb Trask, de la película Al este del Edén (1955), que él mismo interpretó. El director, Elia Kazan, tuvo claro en su momento que era el actor ideal para aquel papel. Dean era un personaje conflictivo que se movía entre la intensidad agresiva y la fría ecuanimidad. Cínico y vulnerable a la vez. Todo ello, difícilmente disimulable, marcó su forma de actuar.