En un momento en el que las
matriculaciones de empresa representan ya la tercera parte del mercado
contribuyendo a un parque más joven y seguro -un aspecto que tanto preocupa a la
nueva Dirección General de Tráfico- el
vehículo corporativo sigue siendo, sin embargo, el gran olvidado de las
políticas orientadas al automóvil.
En este contexto, parece
lógico que las empresas no estén por la labor de asumir nuevas inversiones en
flota en el corto plazo, pero ¿cuáles son sus principales frenos? ¿qué cartas
barajan para optimizar sus costes de movilidad? ¿qué medidas solicitan al
Gobierno para impulsar el coche corporativo?...