AÑO NUEVO
El imprudente: El automóvil surcaba la angosta carretera a una
velocidad de vértigo. El irresponsable conductor había hecho una copiosa comida
en la que no faltó la ingesta de bebidas alcohólicas. Ahora, miraba el
deformado paisaje y, con voz de cuervo, entonaba confusas canciones. El
vehículo era una cáscara de nuez que, movida por un caprichoso viento, se
deslizaba a la deriva. El chirriar de las gomas emitía un olor a quemado que
enaltecía, aún más, al energúmeno. Las llantas de aluminio brillaban con el
tórrido sol de agosto.