La Dirección General de Tráfico (DGT) ingresó casi 130
millones de euros en multas gracias a los radares, ya sean fijos, móviles o
desde helicópteros, cuya función principal es controlar la velocidad por la que
los conductores circulan en las carreteras españolas y denunciar a quienes
excedan los límites establecidos en cada vía.