viernes, 23 de agosto de 2024

OPEL LAUBFROSCH: HACE 100 AÑOS, EL FUTURO YA ERA PARA TODOS

 


Opel se inició en el mundo del automóvil hace 125 años, pero su gran salto como marca que propone una alternativa de movilidad avanzada y al alcance de gran parte de la población lo dio a bordo del Opel Laubfrosch, una “ranita” verde que empezó a producirse hace un siglo.
En 1924, el Opel Laubfrosch se convirtió en el primer vehículo que se fabricó en serie en Alemania. Toda una revolución industrial que convirtió el automóvil en una solución de movilidad asequible para todo tipo de profesionales.
Con sus dimensiones compactas y su color verde, que contrastaba con los grandes automóviles negros dominantes en la época, el Opel Laubfrosch logró unas cifras de ventas espectaculares para la época: 120.000 unidades entre 1924 y 1931.

Madrid. Opel se introdujo en el mundo del automóvil en 1899, hace ahora 125 años. Sin embargo, pese a los éxitos comerciales como el Opel Doctorwagen, los vehículos a motor seguían siendo un producto de lujo, inalcanzables para gran parte de la sociedad, tanto en Alemania como en el resto de Europa.

Movido por la vocación de convertir su marca de automóviles en un proveedor de movilidad para gran parte de la población alemana, Fritz von Opel decidió ver qué estaba haciendo en otros países. Su primer destino fue Estados Unidos, donde Henry Ford se había convertido en pionero en un nuevo sistema de trabajo industrial: la producción en serie. De regreso a Europa, visitó fábricas de automóviles franceses, que habían aplicado con éxito los nuevos métodos. Tomó buena nota del funcionamiento de las líneas de montaje y el uso de las máquinas herramientas e impulsó una ingeniosa modernización de las instalaciones de Russelsheim.

En mayo de 1924, Opel dio un gran salto hacia la popularización del automóvil con el lanzamiento del Opel 4 CV, el primer vehículo fabricado en serie en Alemania. Todo un hito tanto por su uso de las cadenas de montaje como por su propuesta, asequible, compacta y diferente.

Para empezar, llegó a las calles con un único color de carrocería: el verde. Este hecho, unido a sus pequeñas dimensiones de 3,20 metros de largo, 1,35 metros de ancho y 1,65 metros, provocó que se le conociera como el “Laubfrosch”, la rana arbórea. Un animal que, en Alemania, es, además, sinónimo de buena suerte.

La eficiencia de su línea de montaje, de sólo 45 metros de largo y con avances que se fueron incorporando progresivamente como las cintas transportadoras, hizo que sus precios, ya reducidos según los estándares del mercado alemán, fueran bajando año tras año, haciendo posible que el automóvil fuera una alternativa de movilidad realista para amplas capas de la clase media: artesanos, profesionales, médicos rurales, arquitectos, representantes comerciales…

Con una configuración biplaza, que se ampliaría posteriormente a una tercera plaza, el Opel Laubfrosch traía consigo innovaciones de calado, como su motor de bloque de 4 cilindros, que permitía rodar a 60 Km/hy que incluía lubricación por bomba de aceite o embrague multidisco de acero. La palanca de cambios se situaba en el centro del vehículo y no en el exterior. Sus ruedas y su bastidor estaban hechos de acero estampado, mientras que en la carrocería aún se incluían componentes de acero y de madera. Con parabrisas ajustable y capota abatible para protegerse de la intemperie, también contaba con un maletero integrado en la parte trasera.

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