domingo, 18 de diciembre de 2022

CEDA EL PASO

 

“EL ENIGMÁTICO”

 





Su acusado hermetismo no dejaba de sorprender al vecindario del barrio, aunque estaba acostumbrado a sus rarezas. Lo último, el pasado mes de julio, fue el encierro voluntario en el pequeño piso que poseía en su bloque.  Parecía que se lo había tragado la tierra. 

 “El Enigmático”, como lo llamaban los vecinos, vivía solo y tenía unos setenta años.  Su descuidada cabellera y su grisácea barba le daban una apariencia que resultaba, al menos, desagradable. Para colmar ese desaliñado aspecto, vestía un traje marrón o, quizás, que había adquirido esa tonalidad, porque hacía mucho tiempo que no se le veía con otra ropa. Unos zapatos de color tierra ponían el colofón a su mugrienta y encorvada figura.


¿Se habrá muerto? preguntó con algo de preocupación un anciano.

¡Qué va! contestó con cierto nerviosismo una hermosa joven. Ayer, cuando yo pasaba cerca de su piso, abrió la ventana y comenzó a soltarme unos improperios que me hicieron aligerar el paso para refugiarme en el bloque de mi tía.

“El Enigmático” llegó al barrio un día cualquiera de mediados del año 2010. Compró su vivienda y se instaló en ella sin hacerle ninguna reforma, aunque el hogar no era un modelo de conservación… Hombre solitario, no tenía ningún amigo. A veces, se le veía caminando por la calle en dirección al supermercado, pocas veces, entraba en el bar y, muy de tarde en tarde, se acercaba a la peluquería para que el maestro le hiciera algún arreglo. Sus ademanes eran ariscos; sus escasas palabras, secas…

Cuando falleció, meses después de su extraño encierro, a mediados del mes de diciembre del presente año 2022, tres personas, dos hombres que rondaban los cincuenta años y una mujer septuagenaria, llegaron al piso para tramitar su enterramiento en el cementerio municipal de la ciudad y proceder a la venta de la vivienda. En menos de un mes, desaparecieron de la misma forma que llegaron.

El juez que había efectuado todos los trámites, hombre honrado y ecuánime, comentó a su mujer el día del entierro, después de contarle el relato:

Pobre hombre, ¡cuántos secretos se habrá llevado a su tumba!

Se aproximan el sorteo de la Lotería de Navidad, la fecha de los Santos Inocentes, la Nochevieja y el nacimiento de Jesús… Ese día, el magistrado y toda su familia se dispondrán a celebrar el almuerzo navideño: sopa de picadillo, pavo, vino, cerveza, macedonia de frutas, turrón, mazapán... Cuando contemple los alimentos que se encontrarán sobre la mesa, el togado no podrá evitar que su mente se vea invadida por la imagen de “El Enigmático”, pero quizás, en esa ocasión, no lo mencione… Se pondrá de pie y, vertiendo vino de la tierra en los vasos, aún vacíos, pronunciará las siguientes palabras, previas al condumio:

Brindo por la salud de todos los presentes, por los enternecedores Cuentos de Navidad, alegres o sombríos, y por un mundo en el que la paz y la justicia prevalezcan sobre los desafueros.

Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.


Fernando Monge






18/diciembre/2022

fmongef@gmail.com

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