LA OTRA MIRADA
Miramos al futuro con ilusión y esperanza, pensamos que vamos a empezar el año con buen pie, miramos expectantes al nuevo año cargado de sueños y optimismo, sí, con una especie de purificación como en el solsticio de verano en junio, en la noche mágica de San Juan, cuando quemamos lo viejo para dar paso a lo nuevo, donde muchas personas nos conjuramos al cielo y a las estrellas, y a todos los elementos del planeta para que todo nos vaya bien en la vida. Pero nos despertamos la mañana del día 1 de enero, un poco resacosos y aturdidos por el jolgorio de la entrada de año y…
Después de un café cargado y una buena ducha, asistimos al fantástico concierto de Año Nuevo desde la ciudad austríaca de Viena, como mandan los cánones, y mientras nos deleitamos con las piezas de la familia Strauss que interpreta la Filarmónica de Viena, este año magistralmente dirigida por el maestro argentino, español, israelí y palestino Daniel Barenboim, que lleva a gala sus múltiples nacionalidades, me doy cuenta de que “todo sigue igual”, nada ha cambiado: la pandemia sigue ahí, o va a más, me meto en la app de Salud Responde para coger una cita con mi médico de familia al que hace seis meses que no veo, y me dice la aplicación que -tururú- que vaya al Centro de Salud y coja cita después de esperar como la última vez 150 números para que me dieran cita para 15 o 20 días, vamos que he pasado dos resfriados, y se han curado solos. La Atención Primaria sigue siendo un desastre. ¿Pero no hay nadie que ponga remedio a esto? Con el Covid las consultas están a rebosar, los sanitarios ya no pueden más, en estas fechas de baja o vacaciones, y los enfermos sin saber qué hacer. En momentos difíciles todos tenemos que arrimar el hombro, pero es verdad que hay que poner soluciones encima de la mesa para arreglar situaciones de capital importancia, donde la salud de todos está en juego, no podemos saturar a los sanitarios, pero sí se pueden albergar soluciones que desbloqueen la asistencia primaria. Contratar personal, desviar a lugares específicos a los enfermos de la pandemia etc., todo sigue igual o peor que ayer.
Salgo a la calle después de escuchar el concierto para estirar las piernas, y me encuentro al vecino paseando al perro para que haga sus necesidades, ¡igual que siempre!, en sitios poco apropiados y sin retirar las deposiciones del can.
¡Pues sí que empezamos bien el año!, y además los animales dejan de ser cosas para convertirse, ¿en qué? Me temo que esta nueva disposición legal es para que las autoridades controlen más a los dueños de los perros, los gatos etc. Todo animal doméstico. Toda una prioridad para estrenar el año.
Mientras el Papa de Roma se deja caer con el egoísmo de los jóvenes que “Prefieren tener perro que hijos”. Cada loco con su tema como cantaba Serrat.
Lo mejor del año es que se apagó el Volcán de la Isla Bonita de la Palma, eso sí, las ayudas siguen sin llegar, aunque la solidaridad de los ciudadanos es manifiesta, no tanto de los que tienen la sartén por el mango. ¿Por qué cuando se produce una urgencia nuestros gestores actúan tan mal?
¡Ah!, también se ha aprobado la Reforma Laboral, algo poco común, que sindicatos y patronal con la mediación del gobierno se pongan de acuerdo, pero esta vez lo han conseguido.
Pero ya me entiende ustedes, la sonrisa de esa abuela, con la que me cruzo cada día, sigue ahí dibujada en su cara, eso no ha cambiado. La gentileza del comerciante de proximidad, que siempre tiene una palabra amable mientras me dispensa sus productos, eso sigue igual con los años, pero las distancias entre pobres y ricos, educación e ignorancia, urbanidad y civilidad, pusilánime y fanfarrón etc.
Solo hay que mirar para ver que todo sigue igual, de un día para otro, solo nuestras células, y nuestras neuronas se van quedando atrás de un año para otro, aunque a algunos ni eso, ya que carecen de ellas, me refiero a las neuronas, claro está.
Con afecto, y respecto,
Pepe Bejarano
todomotornews@gmail.com
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