MOTIVO NAVIDEÑO
Compramos corchos, cartulinas, y chocolate “La Campana de Elgorriaga”, nos comíamos las tabletas de dos en dos onzas para quedarnos con el papel de plata que las envolvía y ya teníamos el río del nacimiento.
Un poco de albero para lindar los caminos, algo de musgo para reverdecer las orillas, y cartones pintados hacían que levantáramos un año más la pequeña ciudad de Belén, donde allí en el rincón privilegiado del mueble bar, allí colocábamos el pesebre.
Estrellas, paisajes, luces, y mucha ilusión. Entonces una vez configurado el paisaje, empezábamos a repartir todas las figuras: las protagonistas, San José y la Virgen María, la mula y el buey, Los Reyes Magos, pajes, pastorcillos, molinos, patitos, cerditos y pavos y, curiosamente, recuerdo que hasta el día 24 no colocábamos al niño Jesús en el pesebre. ¡Claro! Antes no había nacido.
El puente de la Inmaculada era la fecha para que todos nos pusiéramos manos a la obra, y engalanáramos de Navidad nuestra casa. El olor a polvorones y mantecados, el sorbito de anís y los villancicos ponían la banda sonora a otra nueva Navidad.
En casa, desempolvábamos la caja del abeto, y se hacía la instalación del cable que colocábamos de norte a sur, para ramificar las luces multicolor que alumbraban nuestro rincón, después colocábamos en las ramas: bolas, campanitas y figuritas alusivas a la Navidad, como bastones de caramelo, zambombas y panderetas, y algún reno perdido entre tanto arbusto. Al final del árbol, y último elemento a colocar, la estrella que culminaba nuestro árbol de la ilusión y dábamos por finalizada la tarea.
Cómo ha cambiado todo, cómo hemos cambiado nosotros.
Hoy las luces son led, cada juego puede tener de 50 a 200 luces, y algunas llevan hasta música navideña. Los árboles pueden ser de distintos tamaños y diseños, y la imaginación ha sobrepasado al tiempo, en cuanto a casitas, pozos y figuritas. Algunos portales pasan de la noche al día con un entramado juego de luces, otros compran las casas y pesebres que solo hay que colocar en el sitio que hemos decido para tal fin. En fin, la Navidad se despierta por todos los rincones, en la calle, la radio, televisión, incluso las vallas publicitarias, hoy cuando llega la época todo es Navidad.
Pero no sé, ¿por qué cuando vuelvo la vista atrás, recuerdo la Navidad de mi infancia en blanco y negro? Será porque todo quedó atrás, muy atrás, o porque mis recuerdos son como las fotografías de aquella época. Y después de todo, fueron navidades fantásticas donde la ilusión era el denominador común de todos. Hacer felices a los demás.
Recuerdo como mi padre nos despertaba el interés de una Navidad más, él era el artífice junto con mi madre de tanta decoración, de tantos buenos momentos. Eran tiempos donde toda la familia se reunía en torno a esos motivos navideños, con el tiempo, nosotros hemos intentado hacer lo mismo con nuestros hijos, ellos con los suyos, sin embargo, nunca olvidaré el olor y el sabor de aquellas navidades, donde tal día como hoy un niño volvía a nacer, “los peces bebían y volvían a beber”, y ahora, todo lo recuerdo con mucha añoranza, porque ellos no están, pero en mis manos sostengo con mucho cariño la estrella del árbol que mi padre colocaba entonces y que hoy corona el abeto de mi casa.
¡Feliz Navidad a todos!
Pepe
Bejarano
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