“Siempre ha habido analfabetos, pero la cultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza. Nunca, como ahora, la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura o que exija una inteligencia mínimamente superior a la del primate. Los analfabetos de hoy son los peores porque, en la mayoría de los casos, han tenido acceso a la educación. Saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más, y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos. La televisión cada vez se hace más a su medida. Las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para gentes que no leen, que no entienden, que pasan de la cultura, que quieren que las diviertan o que las distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera. El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es superficial, frívolo, elemental, primario, para que ellos puedan entenderlo y digerirlo. Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura. La que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas, y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que aspiramos a un poco más de profundidad, un poquito más…”
Efectivamente, lo malo no es la incultura, sino presumir de ella y que, como añadidura al despropósito, las redes sociales y los canales de televisión estén haciendo un mundo a la medida de los incultos para que distraigan su simpleza y su necedad. “¿Y qué pasa si no leo? ¿Eso es delito?” No hombre, si no lee no pasa nada, pues la ignorancia o la sabiduría es cosa suya y le afecta a usted, pero no alardee de omitir la lectura como un medio enriquecedor de conocimientos.
Hay usuarios de las redes sociales que se vanaglorian de no respetar las normas de ortografía. “¿Para qué esa escritura tan encorsetada?” Pero, ojo, que, en muchas ocasiones, no se trata de una falta de respeto, sino de justificar su desconocimiento, pues se ríen a mandíbula batiente con los errores ortográficos de otros usuarios…
Considero que, a pesar de todo, las peores presunciones no son las que hemos comentado en los párrafos anteriores… Algunos conductores aseguran que conducen cuando se toman unas copas. Argumentan esa imprudencia, afirmando que ellos no solamente no experimentan ninguna limitación cuando beben algo de alcohol, sino que conducen mejor que cuando están sobrios… ¡Lo que hace la euforia! Lo malo es que se están jugando la vida y están poniendo en peligro la vida de los demás.
Como la pandemia sigue con nosotros, es inevitable hablar de los que presumen de no vacunarse porque aducen, entre otras cosas, que la vacuna contiene un microchip, que la vacunación puede modificar el ADN y que, además, ellos son libres de negarse al pinchazo… “Yo me informo en las redes sociales”, dicen algunos sabiondos. Con las mejores intenciones les voy a exponer algunos de los beneficios de inmunizarse contra el Covid-19:
En el caso muy fuera de lo común de que uno aún contraiga la enfermedad, el hecho de estar vacunado puede ayudarle a evitar que el proceso sea grave o que le provoque la muerte.
Al vacunarse uno mismo, también puede proteger a las personas que le rodean, sobre todo a quienes corren un mayor riesgo de tener complicaciones graves.
Ahora, que cada uno obre de acuerdo con su conciencia, pero, por favor, no presuman de su ignorancia.
Y gracias, Sr. Quintero, porque la mitad del artículo es suyo.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
26/septiembre/2021
fmongef@gmail.com
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