Dos o tres meses sin rodaje pueden afectar a la batería y que no arranque, una de las averías más habituales en estas fechas
La transmisión es uno de los
elementos críticos, pero no el único. Es fundamental revisar el estado la
batería, porque bastan dos o tres meses con la moto sin hacer kilómetros para
que no arranque cuando se retome su uso. Precisamente, la batería es un
elemento muy sensible a los cambios de temperatura, tanto el frío (por debajo
de 5º) como el calor. Una vulnerabilidad mayor si la moto está estacionada en
la calle, aún incluso con una funda recubriéndola.
De hecho, el ambiente y sus
inclemencias pueden cebarse especialmente con algunos elementos de la moto,
caso de los neumáticos y su degradación y presiones, o los líquidos, con riesgo
de congelarse ante el frío. Incluso la luz solar puede tener un efecto
perjudicial en las partes de plástico del vehículo si están demasiado
expuestas.
Y no hay que olvidar los
frenos, donde es clave una revisión precisa para asegurarse de que no estén
agarrotados y pierdan capacidad de frenada. Un impacto que también puede darse
con las pastillas de freno, que pueden quedarse cristalizadas y generar un desgaste
prematuro, o lo que es peor una deficiente frenada. Más allá del riesgo vital,
también se cierne una amenaza económica, pues una sencilla operación de 50
euros de mantenimiento puede elevar la factura a entre 200 y 400 euros por
rotura.
Averías a largo plazo
Cuando el conductor recupera
la moto después de tenerla parada durante la estación invernal, si bien en
apariencia puede tener el vehículo en perfecto estado, internamente puede tener
algunas afecciones que se traduzcan en una avería con el tiempo. Y es que el
invierno hace que en las partes internas del motor se genere humedad, colándose
en el aceite y provocando la pérdida de propiedades lubricantes, lo que puede
suponer una rotura de motor a medio o largo plazo.
Itsaso Usobiaga, portavoz de
Euromaster, señala que “más allá de la avería mecánica, el principal riesgo es
la seguridad vial. Un neumático que no agarra o unos frenos agarrotados son
sinónimo de accidente y ya sabemos que en las dos ruedas la carrocería es uno
mismo. Es vital que el conductor de coche entienda que su moto tiene un
mantenimiento particular y, además, con sus propias reglas, lo que llamamos la
posventa estacional o cómo adaptar el mantenimiento de la moto a cada
estación”.
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