La primera ‘Operación Salida’ de este verano va a ser diferente a las demás, porque la mayoría de los conductores apenas han conducido, o lo han hecho en distancias cortas, en los últimos meses por el confinamiento.
Conducir un vehículo es una actividad compleja que requiere de muchas habilidades y de una práctica constante para estar al máximo de nuestras capacidades.
Mantener mayores márgenes de seguridad, practicar una conducción defensiva, comprender que tardaremos más y nos cansaremos antes, tener el coche a punto o saber mirar, son recomendaciones clave para este “primer” gran viaje del verano.
La primera ‘Operación Salida’ de este verano va a ser diferente a las demás, porque la mayoría de los conductores han perdido el hábito de conducir tras los meses de confinamiento. Los desplazamientos en coche se han reducido drásticamente desde marzo y casi la totalidad han sido para recorrer distancias muy cortas.
Desde su firme compromiso con la seguridad vial y como patrono de la Fundación para la Seguridad Vial FESVIAL, desde Carglass España queremos divulgar una serie de consejos para facilitar la reincorporación de muchas personas a la conducción en un viaje de larga distancia.
Tranquilidad y confianza: es normal sentirse menos hábil
Conducir un vehículo es una actividad compleja que requiere de muchas habilidades interconectadas y para estar al máximo de nuestras capacidades es necesaria una práctica constante. Cualquier conductor se siente un poco extraño y torpe la primera vez que conduce después de haber pasado meses sin hacerlo. No se calculan con la misma rapidez y precisión las velocidades y las distancias, con otros coches y elementos de la vía. Tampoco se “navega” con la misma soltura entre el tráfico, ni se sienten como antes las reacciones del coche. Y también se pierde algo de destreza con el volante, los pedales y otros mandos del automóvil.
Por este motivo hay que ir poco a poco, volver a sentir el coche y todos los factores relacionados con desplazarse a cierta velocidad con un vehículo. No se nos ha olvidado conducir ni hay que hacerlo con miedo, solo necesitamos un periodo de adaptación para volver a sentirnos tan seguros al volante como antes. A medida que pasen los kilómetros volveremos a desarrollar todos los automatismos implicados en la conducción.
Mayores márgenes de seguridad
En este primer viaje es aconsejable aumentar todos los márgenes, para tener más tiempo y capacidad de reacción ante las diferentes situaciones de la conducción, la vía y el tráfico, y sobre todo, de los imprevistos. Viene bien dejar unos metros más de distancia de seguridad con el vehículo que nos precede, anticipar la frenada antes de una curva y no apurar los límites de velocidad ni los márgenes de la carretera.
Más que nunca, conducción defensiva
Conducir de forma segura implica ir con mil ojos, mirando y evaluando constantemente todo lo que nos rodea para detectar posibles amenazas y estar prevenido frente a ellas. También analizar el entorno: el asfalto, el tráfico, la visibilidad, si hay cruces, salidas de caminos o de casas, zonas con mucha afluencia de personas…
Muchos lo llaman “conducción defensiva”, y se trata de actuar previendo los posibles errores o despistes de los demás. Por ejemplo, pensar que ese coche que marcha con una trayectoria dubitativa por delante de nosotros, efectivamente va a realizar un giro brusco y actuar con previsión para no tener un problema unos metros más adelante.
Nos cansaremos antes
Un viaje largo por carretera es una actividad que produce un gran cansancio psicológico, sensorial y físico. Y ahora más que nunca, porque nos hemos desacostumbrado a conducir en distancias largas. No hay que emplear referencias de viajes anteriores, del tiempo que se tardó en llegar al destino o de las paradas que se efectuaron. En este primer viaje es muy recomendable parar más a descansar y no tener una hora de llegada marcada.
El coche, a punto
Siempre hay que revisar los puntos básicos de un automóvil antes de salir de viaje, ahora más que nunca, porque los coches han estado parados mucho tiempo y podemos encontrarnos con desagradables sorpresas. Los puntos básicos a revisar son los neumáticos (que habrán perdido presión y han podido sufrir deformaciones), la batería, la iluminación, el parabrisas y los limpiaparabrisas, y los niveles del aceite, líquido de frenos y líquido de refrigeración.
Saber mirar siempre es clave
Este puede ser un buen momento para reciclarnos y aprender a mirar mejor, que es la primera clave para mejorar la conducción. El 90% de la información que recibimos al conducir nos llega al cerebro a través de la vista. Los continuos cambios de condiciones del tráfico (entorno, posición relativa, orientación, velocidad, dirección…) exigen al conductor constantes ajustes de su foco de visión para poder comprender lo que le rodea. Una correcta visibilidad y estrategia de exploración visual nos permite comprender mejor la conducción y anticiparnos a posibles riesgos.
Mirar a lo lejos nos ayuda a guiar con más rectitud el coche y nos permite anticiparnos a lo que pueda suceder por delante de nosotros. También hay que hace barridos de mirada transversales (de lado a lado, más frecuentes en ciudad o en carreteras con muchas incorporaciones laterales) y longitudinales (desde cerca hacia más lejos, más frecuentes en autopistas y autovías). Otro buen consejo es tener visión periférica para detectar cosas que pasen “con el rabillo del ojo”. Y también comprender que “vamos hacia donde miramos”, por lo que en una situación de peligro no hay que quedarse mirando el obstáculo contra el que podemos chocar, sino dirigir la vista hacia los puntos de escape.
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