ESPECTÁCULO DIFUMINADO
Suelo mojado, temperatura fría, día de niebla… Visión algo
difuminada de los altos edificios de viviendas, de los gruesos árboles de la
acera, de los cuerpos que se cruzan en el camino, de los coches aparcados y de los
que circulan por la calzada. Si la necesidad obliga a coger el vehículo para
realizar una urgente gestión, la escasa nitidez aconseja ser previsores en aras
de la seguridad. Hay que ser prudentes, más prudentes aún que un día despejado.
La poca frecuencia de este meteoro en nuestra zona, no exime de conocer todas
las precauciones que se deben tomar
cuando se presenta la ocasión. Es obligatorio conocer las normas y,
naturalmente, cumplirlas.
Está claro que el principal problema de la niebla es la
escasa visibilidad. Esta dificultad invita u obliga a circular a baja velocidad
—es de sentido común—, y a tomar las medidas necesarias
para ver mejor y para ser visto por los demás conductores o peatones que crucen
la calle. Nunca se debe poner la luz larga. Lo correcto es usar la de cruce y
solamente se activan los faros antiniebla si no se ven las luces de posición de
los coches que van delante. Se deben evitar los adelantamientos y los giros
bruscos… Como hemos dicho anteriormente, ha surgido un inevitable fenómeno
atmosférico y hay que circular con cautela, porque el ambiente está difuminado.
No queda otro remedio…
…El pasado día 5 del presente mes de diciembre, se celebró en
el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla un homenaje en honor de la
genial bailaora trianera Carmelilla Montoya. Una artista
clásica y conocedora del cante que ha tenido que dejar los escenarios por culpa
de una enfermedad, cuando todavía tenía mucho que ofrecer a los aficionados al flamenco.
El espectáculo fue una producción de Jesús Molina, estuvo organizado por
la Fundación
Cristina Heeren, la homenajeada fue presentada por Ricardo Pachón —director del Instituto Andaluz del Flamenco— y más de 1.500 personas acudieron al recinto. Como pueden
ver todo bien hilvanado para un evento de categoría si no hubiera sido por la
niebla… ¿Niebla dentro de FIBES? Sí, pero una niebla que no tiene nada que ver
con el inevitable meteoro del que hemos hablado en los párrafos anteriores.
Les explico… El lugar en el que se celebró el evento era muy
amplio y, como es obvio, no todos los asistentes podían presenciar el
espectáculo a una distancia adecuada. Yo estaba en la fila 18 y detrás tenía
otras tantas. Desde esa fila, los rostros se
difuminaban, con el consiguiente menoscabo del espectáculo. ¿Y qué se
puede hacer? Pues disipar la niebla con medios técnicos y con una mejor
planificación, utilizando cualquiera de estos recursos: Hojas informativas con
el contenido del espectáculo en la entrada del recinto o colocadas en los
asientos, un maestro de ceremonias que informara de los nombres de los artistas
que iban apareciendo en el escenario, una voz en off que narrara las
actuaciones, rotulaciones luminosas en la parte superior del proscenio y, sobre
todo, mejor iluminación… Al cante y al baile le faltaba luz —el sonido era bueno— y los guitarristas estaban inmersos
en una triste penumbra.
Cuando caminábamos en la fría noche hacia nuestros
utilitarios que nos llevarían a casa, se sucedían los comentarios: “¿Ha tocado Rafael
Riqueni?” “Creo que sí, pero no lo he podido identificar, aunque por el
sonido de una de las guitarras, yo diría que estaba allí”. “El que parece que
no ha acudido es Arcángel”. “Ese es seguro que no ha estado. Su voz y su silueta
son inconfundibles”. “¡Qué bien ha bailado Cristina Hoyos!” Pues no, Cristina
Hoyos no bailó bien, ni bien ni mal, porque no acudió a la cita en la
que estaba anunciada… Y es que la niebla pudo confundir a más de un espectador.
De todas formas, mereció la pena asistir al homenaje que los
flamencos tributaron a Carmelilla Montoya… Arte, compás,
duende, emoción y maestría… Comenzó la noche con la marcha “Amargura” envuelta
en el sonido de las guitarras. Rubén Olmo —director del Ballet Nacional— exornó su danza “Ave Fenix” con el
clásico mantón y el compás de la guitarra de Riqueni… Dos filas de
sillas flanqueaban el tablao: En primer lugar, cantaron los hombres… El
Pele hizo una poderosa versión de la soleá de Triana, el maestro Pansequito
cantó, también, por soleá y José de la Tomasa —qué buen detalle el suyo; si tenemos en cuenta que todos los
aficionados al flamenco no son entendidos, queda muy bien un apunte didáctico—, dijo que iba a cantar por seguiriya, y cantó por seguiriya,
vaya si cantó, como lo hacen los maestros. En segundo lugar, cantaron las
mujeres… Alba Molina se entonó por bulerías —el recuerdo de sus padres, Lole y Manuel, sobrevoló
el ambiente festero—. Se sucedieron los tangos y las bulerías
con las voces flamencas de La Tobala, María Terremoto, Aurora
Vargas… Y llegó el baile… Revuelo de volantes, rasgueo de guitarras,
palmas al compás y la profesionalidad del cantaor Segundo Falcón que cantó
para quince bailes… Rosario La Farruca bailó soleá por bulerías, Eva
Yerbabuena y José Valencia con el cuplé “Se nos
rompió el amor” protagonizaron una de las actuaciones más bellas de la noche…
Hubo más, mucho más, pero la niebla lo difuminó casi todo…
Una pena, porque, en este caso, se pudo
poner algún remedio.
Con mis mejores deseos, feliz Navidad.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
15/diciembre/2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Solo comentarios relacionados con la información de la página.