domingo, 15 de diciembre de 2019

CEDA EL PASO


                              ESPECTÁCULO DIFUMINADO





Suelo mojado, temperatura fría, día de niebla… Visión algo difuminada de los altos edificios de viviendas, de los gruesos árboles de la acera, de los cuerpos que se cruzan en el camino, de los coches aparcados y de los que circulan por la calzada. Si la necesidad obliga a coger el vehículo para realizar una urgente gestión, la escasa nitidez aconseja ser previsores en aras de la seguridad. Hay que ser prudentes, más prudentes aún que un día despejado. La poca frecuencia de este meteoro en nuestra zona, no exime de conocer todas las precauciones  que se deben tomar cuando se presenta la ocasión. Es obligatorio conocer las normas y, naturalmente, cumplirlas.


Está claro que el principal problema de la niebla es la escasa visibilidad. Esta dificultad invita u obliga a circular a baja velocidad es de sentido común—, y a tomar las medidas necesarias para ver mejor y para ser visto por los demás conductores o peatones que crucen la calle. Nunca se debe poner la luz larga. Lo correcto es usar la de cruce y solamente se activan los faros antiniebla si no se ven las luces de posición de los coches que van delante. Se deben evitar los adelantamientos y los giros bruscos… Como hemos dicho anteriormente, ha surgido un inevitable fenómeno atmosférico y hay que circular con cautela, porque el ambiente está difuminado. No queda otro remedio…


…El pasado día 5 del presente mes de diciembre, se celebró en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla un homenaje en honor de la genial bailaora trianera Carmelilla Montoya. Una artista clásica y conocedora del cante que ha tenido que dejar los escenarios por culpa de una enfermedad, cuando todavía tenía mucho que ofrecer a los aficionados al flamenco. El espectáculo fue una producción de Jesús Molina, estuvo organizado por la Fundación Cristina Heeren, la homenajeada fue presentada por Ricardo Pachón director del Instituto Andaluz del Flamenco y más de 1.500 personas acudieron al recinto. Como pueden ver todo bien hilvanado para un evento de categoría si no hubiera sido por la niebla… ¿Niebla dentro de FIBES? Sí, pero una niebla que no tiene nada que ver con el inevitable meteoro del que hemos hablado en los párrafos anteriores.

Les explico… El lugar en el que se celebró el evento era muy amplio y, como es obvio, no todos los asistentes podían presenciar el espectáculo a una distancia adecuada. Yo estaba en la fila 18 y detrás tenía otras tantas. Desde esa fila, los rostros se  difuminaban, con el consiguiente menoscabo del espectáculo. ¿Y qué se puede hacer? Pues disipar la niebla con medios técnicos y con una mejor planificación, utilizando cualquiera de estos recursos: Hojas informativas con el contenido del espectáculo en la entrada del recinto o colocadas en los asientos, un maestro de ceremonias que informara de los nombres de los artistas que iban apareciendo en el escenario, una voz en off que narrara las actuaciones, rotulaciones luminosas en la parte superior del proscenio y, sobre todo, mejor iluminación… Al cante y al baile le faltaba luz el sonido era bueno y los guitarristas estaban inmersos en una triste penumbra.

Cuando caminábamos en la fría noche hacia nuestros utilitarios que nos llevarían a casa, se sucedían los comentarios: “¿Ha tocado Rafael Riqueni?” “Creo que sí, pero no lo he podido identificar, aunque por el sonido de una de las guitarras, yo diría que estaba allí”. “El que parece que no ha acudido es Arcángel”. “Ese es seguro que no ha estado. Su voz y su silueta son inconfundibles”. “¡Qué bien ha bailado Cristina Hoyos!” Pues no, Cristina Hoyos no bailó bien, ni bien ni mal, porque no acudió a la cita en la que estaba anunciada… Y es que la niebla pudo confundir a más de  un espectador.

De todas formas, mereció la pena asistir al homenaje que los flamencos tributaron a Carmelilla Montoya… Arte, compás, duende, emoción y maestría… Comenzó la noche con la marcha “Amargura” envuelta en el sonido de las guitarras. Rubén Olmo director del Ballet Nacional exornó su danza “Ave Fenix” con el clásico mantón y el compás de la guitarra de Riqueni… Dos filas de sillas flanqueaban el tablao: En primer lugar, cantaron los hombres… El Pele hizo una poderosa versión de la soleá de Triana, el maestro Pansequito cantó, también, por soleá y José de la Tomasa qué buen detalle el suyo; si tenemos en cuenta que todos los aficionados al flamenco no son entendidos, queda muy bien un apunte didáctico, dijo que iba a cantar por seguiriya, y cantó por seguiriya, vaya si cantó, como lo hacen los maestros. En segundo lugar, cantaron las mujeres… Alba Molina se entonó por bulerías el recuerdo de sus padres, Lole y Manuel, sobrevoló el ambiente festero. Se sucedieron los tangos y las bulerías con las voces flamencas de La Tobala, María Terremoto, Aurora Vargas… Y llegó el baile… Revuelo de volantes, rasgueo de guitarras, palmas al compás y la profesionalidad del cantaor Segundo Falcón que cantó para quince bailes… Rosario La Farruca bailó soleá por bulerías, Eva Yerbabuena y José Valencia con el cuplé “Se nos rompió el amor” protagonizaron una de las actuaciones más bellas de la noche…

Hubo más, mucho más, pero la niebla lo difuminó casi todo… Una pena, porque, en este caso,  se pudo poner algún remedio.

Con mis mejores deseos, feliz Navidad.

Fernando Monge
fmongef@gmail.com
15/diciembre/2019

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