PRODIGIOS


¿Y eso para qué sirve? Se
piensa que el coche autónomo nos proporcionará tal autonomía, valga la
redundancia, que se convertirá en algo más que un mero medio de transporte.
Será una oficina rodante en la que podremos gestionar y administrar nuestras
actividades profesionales, y nos permitirá manejar sin peligro nuestros
dispositivos electrónicos. En fin, cambiará nuestra vida —cada vez más sometida
a los avances tecnológicos— y se transformará en un robótico prodigio.
La entrada 4 del diccionario
de la RAE ofrece la siguiente definición de la palabra prodigio: Persona que
posee una cualidad en grado extraordinario. Esta acepción me trae a la mente un
programa de la 1 de Televisión Española. El programa comenzó el 23 de marzo y
finalizó el 27 de abril del presente año 2019. Han sido 5 prodigiosos
espectáculos, presentados por un Boris Izaguirre más relajado y más comedido
que en anteriores apariciones en la pequeña pantalla, acompañado por la actriz
Paula Prendes. Al tratarse de un “talent show” musical, el coreógrafo y
bailarín Nacho Duato, la soprano Ainhoa Arteta y el músico y director de
orquesta Andrés Salado conformaron el jurado. Si, además, ha tenido como
escenario el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid y ha contado con la
Orquesta Sinfónica de Castilla y León, considero que fue un acierto la elección
del nombre del programa… Prodigios.
Veintisiete niños de entre 7 y
16 años han demostrado su talento en las disciplinas de canto lírico, danza clásica
e instrumentos de orquesta. En la gala final, Saïd Ramos, su vida es la danza,
se proclamó vencedor, con un premio de
20.000 euros en metálico y un curso de perfeccionamiento intensivo en el Centro
de Alto Rendimiento Musical de la Universidad Alfonso X El Sabio, en la
Comunidad de Madrid.

Efectivamente, la calidad
profesional del jurado le permitió aportar valoraciones cargadas de argumentos
didácticos y, al mismo tiempo, emocionarse, divertirse y conmoverse durante las
actuaciones de los concursantes. Ojos húmedos, caras de admiración, expresiones
de placentera sorpresa… En el escenario, la dulzura de la voz —“Lascia Ch’io
Pianga” de Händel—, el sonido virtuoso del violín —“Las cuatro estaciones” de
Vivaldi—, el levitar de la danza —“Andantino” de Tchaikovsky—… Prodigios… un
soplo de aire fresco… una invitación a la serenidad… una lección de
perseverancia.
Con mis mejores deseos,
saludos cordiales.
Fernando Monge
2/junio/2019
Sus comentarios, opiniones o
vídeos serán muy bien acogidos en mi dirección de correo:
fmongef@gmail.com
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