Declaraciones como las de
Ribera condicionan la demanda y tiran por tierra la inversión del sector para
reducir al mínimo el potencial contaminante de estos modelos
El presidente de la Asociación
Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor (GANVAM), Lorenzo Vidal de la Peña,
pidió hoy al Gobierno que encauce la cruzada contra las motorizaciones diésel y
evite lanzar dardos sin fundamento contra esta motorización, cuando es un hecho
que los nuevos Euro 6 emiten la misma cantidad de partículas que un gasolina,
pero menos CO2 por ser más eficientes y consumir menos carburante.
Esta petición por parte de la
patronal de la distribución se produce después de que la ministra de Transición
Ecológica, Teresa Ribera, asegurara ayer categóricamente en el Congreso que el
diésel tenía “los días contados” y que su impacto en la calidad del aire es “lo
suficientemente importante como para ir pensando en un proceso de salida”.
Para Ganvam este tipo de
declaraciones en las que se demoniza al diesel de forma generalizada
condicionan la demanda porque meten en el mismo saco a modelos eficientes,
evitando que sea el propio usuario el que elija de acuerdo a su criterio entre
toda la oferta de motorizaciones limpias. De hecho, las matriculaciones de
diesel representan ahora el 37% del total, cuando hace dos años alcanzaban el
75%.
Estas afirmaciones suponen
además un efecto negativo para un sector económico estratégico como es la
automoción porque tiran por tierra todo el esfuerzo y la inversión tecnológica
realizada en reducir al mínimo el potencial contaminante de estos vehículos.
Según Ganvam, en lugar de
dejarse llevar por prejuicios del pasado, el Gobierno debería cuidar el impacto
de la movilidad sobre el entorno yendo a la raíz del problema: la antigüedad
del parque, que ya supera los 12 años de media, con el impacto negativo que
esto tiene para la siniestralidad y el medio ambiente.
De ahí que abogue por un plan
de incentivo al achatarramiento que retire de la circulación los coches más
antiguos y contaminantes y estimule la renovación con modelos eficientes de
última generación con independencia del motor que los propulse.
Esta medida debe completarse
con una reforma fiscal que, por un lado, suprima el Impuesto de Matriculación
y, por otro, reoriente el Impuesto de Circulación para que se base en la
emisiones en lugar de en la cilindrada y la potencia. Al vincularlo al CO2 y a
la normativa EURO, con independencia de la tecnología que lo mueva, se asocia a
la antigüedad del coche y por tanto, establece un sistema justo de
discriminación por su potencial contaminante, puesto que la EURO regula también
las emisiones de NOX, azufre, partículas e hidrocarburos.
Según Vidal de la Peña, “es
temerario que la ministra haga estas declaraciones porque es evidente que no
está teniendo en cuenta que con las tecnologías de hoy día el diesel expulsa
menos gases de efecto invernadero, que es justo lo que nuestro país debe
reducir para cumplir con los objetivos medioambientales a nivel internacional”.
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