BENEFICIOS DE LA LECTURA
Si nos acercamos a los manuales de psicología infantil,
podemos comprobar que los primeros recuerdos que conservamos suelen
corresponder, aproximadamente, a los 3 años y medio de edad. Si tenemos en
cuenta que casi todas las personas aprendemos a leer después de esa edad, la
iniciación a la lectura la llevamos grabada en la memoria como una de las
experiencias más gratificantes de nuestra vida. Y es que cuando, por fin, conseguimos la comprensión
lectora, después de una etapa de aprendizaje, se nos abre un mundo nuevo.
Yo
viví ese alucinante proceso en la década de los 50. El estudio de la “Enciclopedia
Álvarez”, en sus grados: primero, segundo y tercero, ocupaba la mayor parte de
nuestro tiempo dedicado a la lectura, pero en los ratos libres de las
obligaciones escolares, leíamos libros de cuentos y tebeos —“El Capitán Trueno”
o “El Jabato”, los niños; y de “hadas”, las niñas—. De esa forma se fomentó una
afición que se enriquecería más adelante con libros como Platero y yo, magistral
obra del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez (1881-1958) y El ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha, obra cumbre del “Príncipe de los
Ingenios” Miguel de Cervantes (1547-1616). Con el tiempo, para los que no hemos
abandonado ese hábito, se fueron sucediendo obras y autores que conformarían un
interminable catálogo que no viene al caso, porque lo que pretendemos en este
escrito es poner de manifiesto los
beneficios de la lectura.
La
lectura, sin entrar en erudiciones psicológicas, es para los que la practicamos
uno de los mejores y más económicos entretenimientos,
más una fuente de cultura. Con ella, según género, viajamos, nos reímos, nos
emocionamos… Además, el hábito lector ejercita y flexibiliza la memoria, amplía
el vocabulario, potencia la imaginación, perfecciona la escritura, nos ayuda a
concentrarnos y mejora la comprensión; las personas lectoras desarrollan más sus
habilidades comunicativas porque mejoran su oratoria: “A hablar no se aprende
hablando, sino leyendo” —Cicerón,
filósofo y orador romano anterior a Cristo—. Y por si todo lo dicho no fuera
suficiente, vamos a concluir diciendo que hay pruebas fehacientes de que,
también, previene el declive cognitivo y puede retrasar o impedir la enfermedad
de Alzheimer.
Como
hemos visto que la lectura incrementa las capacidades de concentración,
análisis e interpretación de textos, es indudable que con esas capacidades
estaremos en óptimas condiciones de introducirnos en un ejemplar que, en algún
momento de nuestra vida, casi todos acabaremos leyendo y memorizando: El
manual del permiso B de la DGT… Su lectura nos resultará más llevadera,
lo comprenderemos mejor y mantendremos en nuestra memoria normas y señales de
tráfico que nos serán de gran utilidad para conducir vehículos y caminar por la
vía pública.
Otro
factor importante es que, cuando esa práctica se convierte en hábito saludable,
estaremos más predispuestos a leer las revistas de motor, los anuncios sobre prevención
de accidentes que aparecen en todos los diarios y semanarios, los manuales
didácticos sobre Seguridad en el Tráfico… Probablemente incorporemos al
entretenimiento de nuestros pequeños algún cuento adaptado a la Educación Vial
—“La selva de Mario” o “Silvia y su triciclo”—… Prestaremos más atención a las advertencias
que nos invitan a la prudencia, que
pueden aparecer, por ejemplo, en las vallas publicitarias, en los paneles
informativos que la DGT distribuye por las autovías…
En
definitiva, como todas esas buenas costumbres nos ayudarán a ser más responsables,
estaremos mejorando la calidad del tráfico y evitando accidentes… Señales
evidentes de los beneficios de la
lectura.
Familia
de TODOMOTOR, a continuar disfrutando del verano.
Fernando
Monge
8/junio/2018
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