LA VENTANA INDISCRETA
A veces, me gustaría sentarme junto al semáforo de casa y con mi
videocámara enseñarles a todos ustedes la cantidad de vehículos que durante una
hora no se detienen ante un semáforo en rojo. No sé la intensidad de vehículos
que transitan por esta vía de doble sentido y con dos carriles en cada sentido.
Para más señas, el semáforo acerca a los vecinos a un Parque y un Centro
Deportivo, por lo que, a distintas horas del día,
está muy concurrido por los peatones que quieren cruzar para realizar distintos
deportes o para disfrutar de sus ratos de ocio en uno de los parques de mayor
superficie de la ciudad.
Alguna vez, mientras espero
que el semáforo se ponga en verde para los peatones,
compruebo atónito como motos, turismos y hasta camiones se olvidan que un disco
en rojo significa que tienen que detener sus vehículos al llegar al semáforo.
Estos detalles, que a veces les cuesta la vida a algunas
personas, estoy seguro que ocurren a diario
también en muchos barrios de su ciudad.
Somos muchos los sorprendidos
que a diario asistimos impertérritos a situaciones en la calzada a las que nos
cuesta trabajo dar crédito, aún siendo testigos de primera fila: individuos que
zigzaguean con sus vehículos a velocidades prohibitivas por la vía por la que
circulan y por la temeridad con que lo hacen, conductores que no dejan el
carril de la izquierda bajo ninguna circunstancia, y los distraíd@s que
anteponen egoístamente el hablar por el móvil a la
seguridad de los demás.
Sí, me preocupan los
temerarios al volante, los negligentes, y los irresponsables. Por eso, me
gustaría colgar en las redes sociales, como hacen much@s, imágenes de estas
“joyitas del volante” para que quedaran retratados ante ellos, sus amigos o sus
propias familias. Porque creo que por muchos puntos que pierdan, por muchas
multas que paguen o no, o por muchos cursos para recuperar los puntos perdidos
o el permiso de conducir, ninguna de estas soluciones impone más que asistir a
los Centros Hospitalarios donde los heridos de accidentes de tráfico se
rehabilitan de sus lesiones que muchos de estos individuos han provocado.
Creo que el encontrarse de
cara con el resultado de sus miserias le harían recapacitar sobre sus propias
temeridades y negligencias al volante. No hablo de una visita, sino de ayudar a
estos heridos una serie de horas al día, mientras se recuperan, una semana, dos
meses o un año: que vivan de primera mano el sufrimiento de un ser humano
mientras se recupera, el dolor del día a día, aquello que esas personas tendrán
que renunciar por sus lesiones, algunos que han perdidos algún miembro como un
brazo o una pierna, sí, ellos ya no volverán a ser lo que fueron y tendrán que
reconducir sus vidas, tendrán que cambiar todos sus esquemas y renovar de nuevo sus ilusiones.
Vivir paso a paso junto a los
accidentados todo este proceso será la mejor REEDUCACIÓN para los conductores
que no piensan mientras conducen irresponsablemente las consecuencias de sus
actos.
Hoy me quiero despedir de todos vosotros, con
el deseo de que disfruten de este hermoso día, y
con la frase del destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista
de origen judío, el alemán Erich Fromm :
“Vivir es nacer a cada instante”.
Pepe
Bejarano
10 febrero 2018
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