Antonio, de 55 años,
y Alberto, de 20, comparten sus raíces en la Escuela de Aprendices de
SEAT
2.600 profesionales han pasado por sus aulas en estos 60
años de trayectoria
Este centro de formación destaca por la FP Dual que
permite combinar clases teóricas con prácticas en la planta de Martorell
Antonio Molina era un adolescente cuando pisó por primera
vez la planta de Martorell. Entró a trabajar a los 17 años en el departamento
de Calidad y, actualmente, es responsable de la línea de fabricación del SEAT
León, con 1.700 personas a su cargo. Sus inicios fueron como aprendiz, igual
que Alberto Martínez, que se ha especializado en Mecanizado y empieza ahora sus
prácticas en el Centro de Prototipos de Desarrollo. Antonio y Alberto
representan a dos generaciones con un punto de partida en común: la Escuela de
Aprendices.
-La cantera de SEAT:“Volver a la Escuela es como regresar
a mis orígenes. Empecé con 13 añitos”, recuerda Antonio Molina durante el acto
de celebración del 60 aniversario del centro. Este directivo, que cursó
Ingeniería Técnica Industrial trabajando en SEAT, forma parte del 11% de altos
cargos de la compañía que estudiaron en la Escuela de Aprendices. Desde 1975,
2.600 estudiantes han pasado por el centro y prácticamente todos lo que acaban
su formación se incorporan en plantilla. Alberto, que pertenece a la promoción
más reciente, espera seguir sus pasos: “Me encantaría entrar en un área de
Desarrollo o Diseño”.
-Con un pie en la fábrica: La FP Dual es, para Antonio
Molina, la gran diferencia entre su etapa en el centro y la de Alberto: “Hace
30 años, la práctica se limitaba al taller de la Escuela y ahora los
estudiantes pueden entrar desde el primer año en la fàbrica”. Alberto Martínez,
que estudia tercero y se ha especializado en Mecanizado, acaba de empezar nueve
meses de prácticas con contrato laboral en el Centro de Prototipos de Desarrollo. “Unas mañanas voy a clase y otras a la planta
de Martorell. Las he cogido con muchas ganas”,
explica.
-Una puerta al mundo laboral: Para Antonio, que ha visto
pasar a muchos jóvenes de la Escuela, el resultado de las 1.700 horas de
prácticas es que“cuando terminan los estudios y entran a trabajar, se adaptan
mucho más rápido y conocen mejor la empresa porque ya se han formado aquí”.
-De estudiar sin coches a practicar con robots: “Aunque
parezca una contradicción, a mediados de los años 70, no había ni un solo coche
en el taller porque nos formaban para mantenimiento de instalaciones. Estaba
todo lleno de cables de cobre, reglas y cartabones”, recuerda Molina mientras
pasea por el centro con Alberto. Hoy, las nuevas tecnologías están al alcance
de los alumnos, como una herramienta más de formación. “La Escuela ha ido
evolucionando con las necesidades de la indústria del automóvil y ha sabido
adaptarse”, concluye Molina desde su veteranía.
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