sábado, 18 de noviembre de 2017

CEDA EL PASO





                                  UN VIAJE A PORTUGAL









Circulamos por el Puente Vasco de Gama. Los 12,3 Km de este puente atirantado, magnífica obra de ingeniería construida sobre el estuario del río Tajo, lo convierten en el más largo de Europa. Nos dirigimos a Sevilla ─nuestro lugar de residencia─, después de unos placenteros días de estancia en la seductora Lisboa, capital y mayor ciudad de Portugal. Es el momento de volver la  vista atrás…                                                                                                                                                                                         
Empezaba a clarear el horizonte ─sábado, 21 de octubre─, cuando iniciamos el periplo. Algo más de 200 Km hasta los aledaños de Badajoz ─cielo plomizo y ligeros chubascos─; otros tantos kilómetros por autopista de peaje en tierras portuguesas; un majestuoso Puente 25 de Abril sobre el río Tajo y un navegador GPS permitieron que, antes de la hora prevista, el recepcionista nos proporcionara la información necesaria para alojarnos en un cómodo hotel de la capital lusa.


Foto: Fernando Monge
Una tarde de suave temperatura ─con una hora menos en los relojes portugueses─, nos invitó a disfrutar de un largo paseo. Bajamos por la Avenida Almirante Reis, atravesamos la Plaza Figueira, caminamos por la comercial Vía Augusta y, pasando bajo el imponente Arco Triunfal, accedimos hasta la Plaza del Comercio. En el corazón de este emblemático lugar, nos encontramos con la estatua ecuestre de José I ─rey de Portugal cuando sucedió el trágico terremoto de 1755─. Y en el lado sur, pudimos contemplar el Muelle de las Columnas: una escalera de mármol, enmarcada por dos columnas bruñidas por la  marea, se adentra sublime en el omnipresente río Tajo.

 A media mañana del domingo, nos encaminamos a la villa y municipio de Sintra ─Patrimonio de la Humanidad─. Aparcamos en zona azul ─no había otra opción─, y callejeamos por el centro, contemplando en la lejanía el Palacio Nacional con sus inconfundibles chimeneas blancas de forma cónica.

Foto: Fernando Monge
Caminando entre arboretos y jardines exuberantes, nos encontramos con la colorida silueta de uno de los símbolos de esta villa: El Palacio da Pena que fue una de las principales residencias de la familia real portuguesa del siglo XIX.

Cocido y bacalao a la portuguesa, vista exterior del Casino, paseo por la playa atlántica de Tamariz a los pies del Chalet Barros y una hermosa puesta de sol  deleitaron nuestros sentidos en la visita vespertina a Estoril.

En la mañana del lunes, con una autopista bien trazada, un ineludible peaje y saliendo del distrito de Lisboa, nos acercamos a la Reserva Natural del Estuario del Sado ─patrimonio natural de interés botánico y faunístico─, al sur de la península de Setúbal. Los chocos fritos y el arroz con mariscos quedarán grabados en nuestros paladares como muestras de la exquisita gastronomía portuguesa. 

Foto: Fernando Monge
El martes, último día del viaje, un tranvía amarillo, con el número 15, nos trasladó desde la Plaza Figueira hasta el distrito de Belém. El antiguo Monasterio de los Jerónimos y la primorosa Torre de Belém ─dos joyas de estilo manuelino─, el Monumento a los Descubrimientos a orillas del Tajo y la degustación de sus  pasteles convierten a este barrio en uno de los más atractivos de Europa.

En un acogedor restaurante, regentado por una amable familia lisboeta, ingerimos un suculento menú que tuvo como broche final un delicioso flan acaramelado. Con el regusto de esa obra de arte de la repostería, iniciamos regreso…

Muito obrigado, Portugal. Muchas gracias, familia lectora de TODOMOTOR.

Fernando Monge
18/noviembre/2017
fmongef@gmail.com

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