Hasta
ahora decir Jaguar o Land Rover era sinónimo de los valores más genuinos del
Reino Unido, pero, en realidad, hace tiempo que no es así. A finales de los
años 80 Ford se hizo ya con ambas marcas y, tras la recompra por el fabricante
indio Tata, sus designios industriales ya no se limitan a las islas británicas.
De hecho,
está previsto que en 2020 casi la mitad de la producción del grupo Jaguar Land
Rover, un 40%, salga de su tradicional localización y se realice en fábricas
fuera de Gran Bretaña. De este modo sus históricos lazos con su país de origen
serán cada vez menos determinantes, dando paso a una visión mucho más global de
la empresa.
Justamente
ahora que se debate la salida de Reino Unido de Europa, Jaguar Land Rover sale
de su histórico reino y ha comenzado a construir su próxima fábrica en la
localidad eslovaca de Nitra, cuya inauguración ya se ha anunciado para 2018.
Proyecto
gigantesco
Pero esto
será parte solamente de un gigantesco proyecto de expansión y deslocalización.
Cabe recordar que en 2014 el grupo ya empezó a producir el Range Rover Evoque
en China, en la megafábrica de Jiangsu tras el acuerdo con el fabricante local
Chery. Al otro extremo del globo, en Brasil, este mismo modelo comenzará a
ensamblarse en breve. Y en la propia y últimamente denostada Europa, Jaguar
Land Rover comenzará el próximo año su actividad industrial asociándose con la
firma austriaca especializada Magna-Steyr. Asimismo, y como no podría ser menos
por deferencia al propietario de las marcas británicas, también se prevé otro
centro de producción en la India.
Esto no
quiere decir, sin embargo, que sea en detrimento de la producción británica,
que prosigue a pleno rendimiento en sus tres plantas de Solihull, Birmingham y
Liverpool, consiguiendo el pasado ejercicio unas cifras de mercado de 521.000
vehículos fabricados. Esta cifra ya supone doblar la producción desde la
adquisición por Tata de ambas marcas.
Los
planes de Tata son tan ambiciosos como globales y los potenciales mercados
chino, europeo y norteamericano serán los que finalmente decidan el futuro
industrial de dos de las más emblemáticas marcas británicas.
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