martes, 15 de marzo de 2016

LOS MAYORES AL VOLANTE



En la actualidad, en España no existe límite de edad para ponerse a los mandos de un coche. Esto, y el paulatino envejecimiento de la población han hecho que el grupo de conductores mayores de 65 años ascienda a casi 3,6 millones de personas, un 13,6% del censo total. Si se toman sólo los que tienen más de 74 años, hablamos de 1,2 millones. Cada vez que una de estas personas tiene que renovar su permiso, pasan las mismas pruebas que otro conductor. Sólo que en lugar de hacerlo cada 10 años, a partir de los 65 años deben acudir (con carácter general) cada cinco.

Según la DGT, el 94% de las personas de 65 a 74 años de edad con carné coge el coche de forma casi diaría. De modo que insisten en que "son las aptitudes psicofísicas que se evidencian en esas pruebas las que determinan si se puede conducir o no. Nunca la edad". Y recuerdan que España es uno de los países más avanzados al obligar a esa renovación parcial "ya que hay otros países donde los permisos se dan de forma indefinida". Por último, señalan que "extreman las inspecciones sorpresa a los centros de reconocimiento" para evitar que sean un coladero donde se pasen por alto fallos o carencias de los aspirantes.

Tampoco desde el Race son partidarios de establecer un límite que va en contra de los nuevos tiempos y señalan que este tipo de conductores "se autorregulan en el uso del coche". Aunque consideran que los cinco años que pasan entre cada renovación,pueden ser demasiados a partir de ciertas edades (por ejemplo los 80 años) donde en un corto periodo se puede sufrir un deterioro importante de la salud o facultades.

En este sentido, un estudio por la Fundación Mapfre señala que esos automovilistas serían conscientes de sus limitaciones desde mucho antes. En el informe, un 67% de los conductores de más de 65 años afirmó sentirse "más inseguro y lento al volante". Un 45% admitía haber perdido visión, otro 25% reflejos y un 17%, reconocía no oír bien.


Probablemente, la realidad no de porcentajes tan altos de reconocimiento de las propias carencias, por lo que las familias tienen una misión importante en este sentido. Igual que los médicos comunicando cuando uno de sus pacientes no está en condiciones de conducir o se puede ver seriamente afectado.

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