jueves, 20 de agosto de 2015

DE LA CARAVANA AL PITLANE




Para Stian Paulsen correr carreras se ha convertido en un estilo de vida. No solo por los buenos resultados que ha cosechado a lo largo de estos años, sino por la manera en la que los ha conseguido. Le seguimos durante el fin de semana que la competición recaló en Montmeló para ver, de primera mano, cómo la pasión puede ser el motor de una forma de vida.

Nos encontramos con este noruego de 27 años a su llegada a Montmeló. Llega cansado, a sus espaldas los más de 2.600 kilómetros que ha conducido él solo desde Noruega para participar este fin de semana en la SEAT León Eurocup. Y es que Stian no corre con ningún equipo. Todo lo hace él mismo con la ayuda de su familia y amigos: “Cuando estás solo te ves un poco pequeño y a veces piensas: ¿qué estoy haciendo aquí?, pero con ello demuestras que vales para esto, que te mereces este sitio”,  argumenta. El mismo Paulsen es el que se encarga de preparar la logística de los viajes, los entrenamientos y el coche. Le vemos correr entre boxes para dejar su coche a punto, una auténtica secuencia de un selfmade man entre gigantes.

La pasión, la determinación y el esfuerzo son la clave que explican cómo este piloto ha llegado donde está, pero es evidente que uno los mayores inconvenientes de correr sin estar bajo del paraguas de un gran equipo es el tema de la financiación. Para superar este reto, Paulsen ha encontrado un modo de autofinanciarse: repara coches para revenderlos y también hace negocio pintando cascos de otros corredores.  Con esta fuente de ingresos y su tenacidad, este piloto lleva años recorriendo Europa de punta a punta con su coche de carreras cargado en el remolque.

Para cumplir su sueño, Stian lleva apostando por el SEAT León desde 2010 porque “es un coche muy competitivo, un auténtico coche de carreras”, dice mientras revisa los chekpoints del motor antes de que empiece la última carrera del campeonato. La cuenta atrás empieza y le vemos cambiarse de ropa en un ritual propio donde la concentración y el silencio son primordiales. Al subir al coche para dirigirse a la parrilla de salida confiesa que la vinculación que siente por su coche va más allá de la que puede tener por cualquier objeto, es una vinculación íntima y personal “como una novia”, afirma. 


Es la hora y antes de empezar la carrera que decidirá el final del campeonato, Paulsen confiesa sus nervios. Se juega muchas horas de esfuerzo en pocos minutos y es consciente de ello: “cuando el semáforo se apaga es como un interruptor: simplemente te olvidas de todo y aprietas el gas a fondo para ganar la carrera. La sensación es sencillamente increíble”.  Paulsen reconoce que aunque es muy mal perdedor, “en las carreras tienes que saber ganar y perder porque no siempre puedes ser el mejor, hay que aprender y seguir trabajando para superarse cada día”. Más de 2.600 kilómetros le esperan para recorrer el camino de vuelta a casa para prepararse y encarar nuevos retos.

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