Es muy probable que cualquiera de vosotros conduzca al
amanecer o al anochecer. Por la mañana, cuando vamos hacia el trabajo o a
llevar a los niños al colegio; y por la
tarde, de vuelta a casa, es frecuente encontrarse de frente con el sol, ya se
esté poniendo, o bien esté saliendo.
Dejando de lado la obviedad de que por las mañanas acabamos de despertar, y no
estamos de un gran humor (o sí, en cuyo caso, ¡enhorabuena!), y que por las
tardes ya estamos deseando llegar a casa, hay otras preocupaciones típicas que
hemos de tener en cuenta al salir en coche a determinadas horas.
La luz, el gran problema
La luz disponible es el gran problema del cambio de la
noche al día, o viceversa. En el primer caso, pasamos de la oscuridad a la luz
de forma progresiva, pero con ciertos momentos molestos. Cuando sale el sol, el
ángulo de inclinación de los rayos es el más molesto para la vista porque, si
lo tenemos de frente, estará justo delante de nosotros, cegándonos
completamente a menos que estemos prevenidos.
Es necesario ver y ser vistos, y para ello un consejo es
llevar siempre las gafas de sol, al menos en el coche, para que en el momento
en que nos podamos quedar deslumbrados por el sol, podamos protegernos
rápidamente. El uso de los parasoles del coche es fundamental, también, así que
vamos a juntar todos los consejos imprescindibles en esta lista:
Luces encendidas. Es bueno llevarlas todo el día, pero en
el amanecer y la puesta de sol es obligatorio. No podemos apagarlas mientras
haya luz (o cuando empieza a haberla), sino hasta que el sol sale totalmente.
Si no enciendes las luces te pueden multar y dicha multa supone 200 euros y 2
puntos del carnet.
Hay que moderar la velocidad, simplemente porque hay una
peor visibilidad. Además de eso, corremos el peligro de ser deslumbrados por el
sol que impacta directamente en los ojos, así que si vamos a una velocidad
moderada, y mantenemos la distancia de seguridad apropiada, no tendremos
mayores problemas.
Llevar el parabrisas limpio es imprescindible. No solo lo
es al amanecer y al atardecer, sino siempre. Ha de estar limpio por dentro y
por fuera para evitar los reflejos de luz y, sobre todo, porque las manchas de
grasa (de la respiración, de tocar la luna con los dedos…) se revelan en todo
su esplendor cuando incide el sol sobre ellas.
Parasoles: como bien dijimos anteriormente, los parasoles
del coche sirven para detener ese rayo de sol directo a la retina. Ha de
regularse bien, pero si no llegan para tapar el sol, debemos incluso mover un
poco el asiento.
Programa y estudia tu próximo viaje. Viajar es
inevitable, a veces, pero sí podemos intentar
programar un poco la ruta para evitar ir directos hacia el sol a la hora
del amanecer o del atardecer. Simplemente basta con programar una parada a la
hora aproximada en la que el sol sale, y esperar lo suficiente como para que lo
podamos tapar con el parasol al amanecer (o para que se ponga definitivamente,
al atardecer).
Lluvia, hielo y otros problemas
No solo nos debe preocupar el sol directo aunque es lo
más notable. Si circulamos en invierno, la salida del sol, el momento justo del
amanecer, coincide con el momento más frío del día por múltiples razones
físicas. Ese momento tan frío, junto al calor de los incipientes rayos de sol,
hace que se produzcan nieblas en las zonas húmedas, que se formen placas de
hielo, y que necesitemos más precaución, todavía, por si nos encontramos de repente una de esas
placas.
Además, la lluvia puede coincidir con un claro de sol que
provoque que la conducción sea aún más borrosa e incómoda. No te olvides de que,
si es demasiado incómodo seguir circulando, siempre puedes parar y esperar
condiciones mejores para seguir tu camino.
Fuente:Ricard Soler
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