Parece más que comprobado que
todos los modelos del mercado consumen más de lo que dicen las marcas. Sin
embargo, siguiendo unos sencillos consejos, cualquier conductor puede reducir
hasta en un 20% el consumo de su automóvil. Información facilitada por
Autofácil.es.
Elija bien la ruta para
gastar menos
En ciudad es donde más
consume un coche: de hecho, el gasto medio supera en torno a un 30% al registro
de carretera. Por eso, en muchas ocasiones, se consume menos si va de un punto
a otro por carretera, a velocidad constante, que haciéndolo por ciudad aunque
lo primero suponga dar un rodeo y recorrer algunos kilómetros de más.
Es decir, consumirá menos
'bordeando' Madrid de norte a sur por la M40, que haciendo el mismo trayecto
atravesando la ciudad por las calles del centro. Por ejemplo, ir de Alcobendas
a Aluche por la M40 supone recorrer 28 km; con un compacto diésel que registra
un consumo medio en carretera de 5,5 l/100 km, se consumiría 1,54 litros. Sin embargo,
si se hiciese atravesando Madrid -donde el consumo medio sería de 7,5 l/100 km-
y, aunque el recorrido sería más corto -de 23 km-, ese mismo coche gastaría
1,72 litros.
Al arrancar el motor, pise
el embrague y asegúrese de que el coche esté en punto muerto
Además de que esto es más
seguro -si hay una marcha engranada y no pisas el embrague, el coche 'dará un
tirón' hacia adelante y puedes impactar contra algo-, liberará al motor de la
necesidad de 'activar' también el conjunto de la transmisión -el motor acciona
los engranajes del cambio siempre a no ser que pises el embrague,
independientemente de que esté en punto muerto o con una marcha insertada-,
algo que aumenta el consumo un 10% en el momento del arranque.
En los diésel, además,
asegúrese de que antes de arrancar se ha apagado el testigo amarillo de los
calentadores -ese que tiene forma de muelle-, pues esto también facilita la
puesta en marcha del motor en frío.
Después de arrancar, espere
unos segundos
No es bueno arrancar e
iniciar la marcha justo a continuación, pues el aceite del motor no habrá
tenido tiempo de llegar a todos sus 'recovecos' y éste no estará bien
lubricado. Basta con que espere, al menos, 10 segundos.
Use la primera velocidad
sólo para iniciar la marcha
Y, cuando empiece a moverse,
no tarde mucho más de tres segundos, o diez metros, en cambiar a segunda si
estás en llano -el cuentarrevoluciones debe marcar unas 1.700 rpm, en un
diésel, y 2.200 en un gasolina-. En bajada, no tarde más de dos segundos o seis
metros -a poco que sea pronunciada, puede arrancar directamente en segunda-; en
una cuesta, tendrá que apurar más -hasta unas 2.200 rpm, en un diésel, y 2.800
en un gasolina-.
Al iniciar la marcha,
acelere con suavidad
Para ganar velocidad, no
pise el acelerador más de un 20-25% de su recorrido y hágalo siempre de forma
suave y progresiva. Además, cuando cambie de marcha a otra superior realícelo
de forma rápida: si tarda mucho, el motor caerá mucho de vueltas cuando pise el
embrague y, al soltar el pedal, el motor tendrá que revolucionarse de golpe y
le volverá a frenar.
Para cambiar de marcha, mire
el cuentarrevoluciones
El momento idóneo para
cambiar de marcha depende de cuatro factores: 1.- Del tipo de motor
-normalmente, en un diésel se cambia entre 500 y 1.000 rpm antes que en un
gasolina-; 2.- De la respuesta de dicho propulsor a bajo régimen -por ejemplo,
a 1.500 rpm, algunos motores tienen una respuesta 'digna' y otros no-; 3.- De
la marcha que deseamos engranar -el motor tiene que esforzarse más para
acelerar en quinta, por ejemplo, que en segunda-; 4.- De si estamos subiendo,
bajando o llaneando.
Con todo lo anterior, se
puede decir que, en un diésel, en primera, segunda y tercera velocidad, lo
ideal es cambiar entre 1.700 y 2.000 rpm; a partir de cuarta, conviene subir
ese régimen y situarlo entre 2.000 y 2.300 rpm. En un gasolina, para las tres
primeras marchas el régimen ideal se sitúa entre 2.200 y 2.500 rpm; en el
resto, entre 2.500 y 2.800 rpm.
A velocidad constante,
utilice marchas largas
Una vez concluida la fase de
aceleración, lo más recomendable es mantener una velocidad constante empleando
una marcha lo más larga posible -quinta a partir de 80 km/h, por ejemplo-.
Pero, ojo, es importante que le permita contar con un mínimo de respuesta en
caso de tener que acelerar ante algún imprevisto -como cambiar de carril para
facilitar una incorporación de otro vehículo- y que, con sólo reducir una
marcha, pueda ganar velocidad al instante.
Así, en un diésel lo ideal
es moverse entre las 1.400 y las 2.000 rpm; en un gasolina, entre las 2.000 y
2.500 rpm. En ambos casos, para mantener la velocidad no debería emplear más
del 10% del recorrido del pedal del acelerador.
En las subidas, reduzca una
marcha
Así, aumentará el régimen de
utilización del motor en unas 300 rpm -es decir, circulará entre 1.700 y 2.300
rpm en los diésel y entre 2.300 y 2.800 rpm en los gasolina-. De lo contrario,
tendrá que pisar más el acelerador -un 20%- y el consumo será el mismo... pero
con dos diferencias: el coche subirá 'con menos alegría' y estará haciendo
sufrir inútilmente al motor, pudiendo provocar averías que le costarán hasta
1.500 euros.
En las bajadas, acelere poco
Aproveche la propia inercia
del vehículo para que éste se desplace y utilice siempre la marcha más larga
posible, siempre que haya poco tráfico, sin superar la velocidad legal... y
cuando no haya curvas pronunciadas. De esa forma, serán las ruedas las que
mantengan en marcha al propio motor, y el consumo será prácticamente nulo
-gasta mucho menos que en punto muerto, circunstancia en la que el motor tiene
que esforzarse aunque sea sólo para mantenerse en funcionamiento-. Además,
cuando la pendiente no sea muy pronunciada, bastará con acelerar sólo un 5% para
mantener la velocidad deseada".
Utilice el control de
velocidad en autopista
Este elemento mantiene de
forma automática una velocidad, previamente determinada por el conductor, a
través de unos mandos situados normalmente en la zona del volante. Es el método
más eficaz para asegurarse de que el motor sólo va a emplear la cantidad de
combustible justa y necesaria para mantener la velocidad deseada. Se consigue
una reducción de consumo del 5% respecto a intentar continuar a esa misma
velocidad de forma manual.
En los atascos, no utilice
sólo la primera marcha
Si lo hace, superará las
revoluciones que le hemos indicado: si es necesario, inserte la segunda.
Tampoco acelere con fuerza en primera para después, en punto muerto, dejar que
la propia inercia del vehículo le permita avanzar hasta que te vuelvas a parar.
Con tráfico denso, deje más
distancia de seguridad
Si por delante de circulan
otros vehículos, intente dejar cierto margen con el que le precede -bastará con
algo más de los 50 metros de distancia de seguridad obligatorios-: así podrá
anticiparse para controlar mejor si frenan o aceleran y, así, poder adecuar la
velocidad con mayor suavidad, evitando los frenazos y acelerones que se
producen en estas circunstancias y que aumentan el consumo en un 20%.
En los semáforos, punto
muerto
Jamás 'sujete' el coche en
primera y con el embrague a medio pisar mientras esperas a que se ponga en
verde. El consumo se dispara en ese momento un 25%, dañarás el embrague... y
conseguirá lo mismo que esperando en punto muerto y con el freno pisado.
En las paradas largas,
detenga el motor
Si tiene que detenerse
durante varios minutos, sí es aconsejable 'apagar' el motor para evitar que
consuma carburante. Sin embargo, pararlo en un semáforo no tiene sentido: no funcionará
el aire acondicionado, la batería tendrá que accionar todos los sistemas
eléctricos del coche... y, en el momento del arranque, el motor consumirá tanto
como si hubiese estado un minuto al ralentí.
Al detenerse por completo,
frene sin reducir de marcha y pise el embrague por debajo de 1.200 rpm
De esta forma -como en las
bajadas-, conseguirá que la propia inercia del vehículo mueva a las ruedas que,
a su vez, accionarán el motor sin que éste tenga que gastar combustible para
funcionar durante unos cuantos metros. En carretera -por ejemplo, al llegar a
un peaje o una retención-, ayúdese del cambio hasta reducir a tercera; a partir
de ahí, siga frenando sin bajar de marcha ni pisar el embrague hasta las 1.200
rpm.
¿Cómo puede calcular el
consumo real de su coche?
El consumo real de su coche
va a depender siempre de cómo sea el trayecto, de la carga y número de
pasajeros que transportes. Lo ideal es que diseñe una ruta que considere
representativa para su tipo de conducción: por ejemplo, el trayecto que hace de
casa al trabajo. Tenga en cuenta que los datos de consumo del ordenador de a
bordo suelen indicar, de media, un 5-6% menos de lo que gasta el vehículo en
realidad -es decir, si figura una media de 10 litros, el consumo real será de
unos 10,5-.
1.- Llene el depósito de
carburante por completo. Para ello, una vez que 'salte' la pistola del
surtidor, continúe rellenando con cuidado hasta que vea rebosar el carburante
en la toma del depósito.
2.- Comience a circular con
total normalidad -no olvide poner el cuentakilómetros parcial a cero antes de
empezar a moverse-.
3.- Cuanto mayor sea el
kilometraje que realice, más precisa será la mediación que obtenga; lo ideal es
recorrer, al menos, 200 kilómetros.
4.- Una vez concluido el
trayecto, vuelva a llenar el depósito como en el punto 1 -si es posible, en la
misma gasolinera y surtidor, para reducir el margen de error-.
5.- Ahora, ya sabrá los
litros que ha necesitado para rellenar de nuevo el depósito, que equivalen a
los que has gastado en todo el trayecto. Basta con que haga una regla de tres
para saber el dato real cada 100 km. Aquí tiene un ejemplo:
Kilómetros recorridos: 276
km
Litros consumidos: 18,56
litros
(Litros consumidos x 100) /
km recorridos = Consumo medio
Por tanto: (18,56 x 100) /
276 = 6,72 l/100 km
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