La larga tradición de Peugeot en el mundo de los
supercoches, iniciada en los años ochenta, tendrá continuidad en la próxima
edición del Salón de París, que se celebra a finales de este mes, con la
presentación mundial del espectacular Onyx, un prototipo híbrido con más de 600
caballos de potencia y propulsión trasera.
El Peugeot Onyx tiene una presencia descomunal. Mide 4,65
metros de longitud, 2,20 de ancho y tan sólo 1,13 de alto. Su carrocería, con
un diseño muy agresivo y un coeficiente aerodinámico sensacional de tan solo
0,30 Cx, integra paneles de fibra de carbono de color negro mate,
polimetacrilato de metilo en la zona del techo, y cristales y cobre puro
modelado a mano en las aletas y las puertas.
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Pero además de una combinación de colores más propia de
las naves espaciales del cine fantástico que del mundo del motor, el Onyx
cuenta con un sistema de apertura de puertas de película. Las puertas se
separan del vehículo y, posteriormente, pivotan sobre un eje para dejar al
descubierto uno de los habitáculos más sorprendentes y futuristas jamás vistos.
Su interior está construido prácticamente en su totalidad
por fieltro, comprimido y estirado de tal forma que forme una sola pieza. Este
fieltro se combina con el carbono de su estructura, y forma un conjunto
asombroso con el salpicadero, formado por periódicos compactados, de los que se
pueden ver incluso las letras. Y viendo las fotos exclusivas adelantadas por
Peugeot, ¿no echan algo en falta? Efectivamente, no hay asientos. Tanto el
conductor como el acompañante van sentados directamente sobre el fieltro, que
cuenta con zonas especialmente acolchadas para que pilotar este auténtico pura
sangre no sea un suplicio.
Tampoco tiene espejos retrovisores. En su lugar, monta
tres cámaras, dos exteriores y una panorámica interior, que junto a otras dos
instaladas en el reposacabezas, permiten no sólo controlar qué pasa alrededor
del vehículo sino grabar el viaje on board, proyectando las imágenes en la
tableta incrustada en el salpicadero, frente al asiento del acompañante.
Interior del Peugeot Onyx
En cuanto a la tecnología, como era de esperar, no
desmerece en absoluto tan brillante envoltorio. La estructura central del Onyx
está construida, íntegramente, en fibra de carbono, y la forman doce piezas,
incluidos los subchasis delantero y trasero. La reducción de pesos es otro de
sus grandes logros, con una célula de seguridad de apenas 100 kilos, algo menos
del 10% del total del vehículo, que tan sólo suma 1.100 kilos.
Su motor es un V8 de 600 caballos, procedente de la
competición, que cuenta con un sistema de acumulación de energía similar a los
KERS de los Fórmula 1, que aprovecha la energía liberada en las frenadas para
recargar una batería de ión litio que permite al Onyx añadir 80 caballos extra
en función de las necesidades de conducción en cada momento.
Peugeot Onyx
Las estratosféricas velocidades que a buen seguro
alcanzará el Onyx obligan a Peugeot a contar con un avanzado efecto suelo, que
limita el uso de alerones en la carrocería, salvo uno retráctil en la zaga que
también genera carga de energía en las frenadas.
Su sistema de suspensiones está formado por un doble
triángulo en ambos ejes, mientras que unas Michelin de 275/30 delante y 345/30
detrás, sobre unas llantas de 20 pulgadas y asociadas a un sistema de frenos
formado por cuatro discos de carbono de 380 milímetros delante y 350 detrás son
los responsables de que el Onyx entre en contacto con el asfalto y se detenga
con la máxima eficacia.
El Onyx es, en resumen, una nueva demostración de poderío
por parte de Peugeot en la creación de superdeportivos. Los inolvidables
Quasar, Proxima, Oxis y el más reciente 907 ya tienen un digno rival. Un
prototipo de película.
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