JUSTOS POR PECADORES

El verdadero deportista
siempre cumple las normas. El ciclista de verdad va siempre con la cabeza alta,
y es digno del vehículo que lleva. Es cierto ─yo lo he podido comprobar─ no
siempre ha sido así. He tenido la mala suerte de encontrarme con ciclistas que
han hecho el ridículo más espantoso en los parques: zigzagueando entre las
personas con su bicicleta, unos iban corriendo, otros andando y el fenómeno
metiéndose entre ellos, pero no solo eso, sino, como si estuviera en un
velódromo, a una velocidad impropia de un parque, donde en infinidad de
ocasiones ponía en peligro la integridad física de las demás personas.