Dime de lo que presumes y…
Con caminar tranquilo, se
dirige a la puerta del parque que se encuentra a pocos metros de su vivienda. A
las siete de una serena tarde de finales de septiembre, la luz del sol, que se
va debilitando, alumbrará aún durante más de una hora a los habituales
paseantes que enfilan el sendero. Entre la arboleda interior, niños juguetones
corretean propinando puntapiés poco ortodoxos a un balón de reglamento; hombres
y mujeres provistos de prendas deportivas ejercitan sus piernas con carreras
veloces o ligeros trotecillos; un grupo de inquietos patos emiten graznidos y
chapotean en el agua…