Son las historias de cada
día, las que mueven nuestras conciencias. Tenemos que reparar un instante en lo
que podrían ser nuestra vida hoy, si aquel día no hubiera ocurrido lo contrario
de lo que ocurrió.
“Nunca bebo cuando
conduzco.” Hasta ahí todo está claro. El problema es cuando bebes antes de
conducir. Sin entrar en tecnicismos que son muy importantes para un estudio
exhaustivo del porqué se producen los accidentes, etc…
¿Quien no ha tomado una copa?., dos y hasta tres, y después ha cogido el vehículo pensando que “no pasa
nada”. A muchos se nos viene a la cabeza la multa que vamos a tener que pagar,
los puntos que nos van a quitar, o si no estaremos cometiendo un delito contra
la salud pública.
No amigas y amigos, ese no
es el tema. Cuando has bebido y te dispone a conducir un vehículo, lo más
normal es que pongas en peligro tu vida o la de los demás. Causando una
cantidad de circunstancias trágicas en cadena para tu familia y la de los demás
involucrados en el accidente. Ahí es donde está el problema.
La multas las pagas o no,
los puntos los pierdes y los recuperas, incluso puedes hasta que duermas una
noche en comisaría, pero lo que no podrás es recuperar nunca más es tu vida
o la de aquella que quites por tu imprudencia,
negligencia o mala cabeza.
Esto ocurre a diario, y los
fines de semana hasta con mayor frecuencia. La mayoría de las veces, el susto
se convierte en una advertencia, pero aquel que le suene la campanita de las
desgracias, ahí, no hay vuelta atrás y todo se convierte en un desastre del
que nunca más volverás a olvidarte.
Y saben que es lo peor, es
que todos hemos tenido un amigo o un familiar que ha pasado por eso y
pensamos que nunca nos va a tocar a nosotros.
Pero lo mejor, es que
todavía estamos a tiempo de evitarlo.
Es como una nueva oportunidad para VOLVER A EMPEZAR.
Es como una nueva oportunidad para VOLVER A EMPEZAR.