En la tumultuosa efervescencia de 1971, el horizonte cultural y social de Francia estaba convulsionado. Las secuelas de Mayo del 68 aún se dejaban sentir, y la sociedad en su conjunto oscilaba entre la tradición y la revolución. El movimiento de protesta que había sacudido los nacimientos de la sociedad francesa había liberado la expresión de los deseos y aspiraciones individuales; era un período en el que la moral se relajaba, los medios de comunicación se libraban de la censura, y, en 1974 se concedió el derecho de voto a los jóvenes de 18 años...