En
un país como Japón, donde la producción industrial está ampliamente robotizada,
sorprende la tendencia implantada por Toyota en sus instalaciones allí hacia
una manufactura más artesana, donde los seres humanos están recuperando el
protagonismo perdido en las últimas décadas por culpa de los robots, con la
vista puesta en priorizar la calidad.
A
finales de la pasada década, Toyota se vio obligada a llamar a revisión a
millones de coches por varios fallos de fiabilidad (a los que han seguido
varios más en los últimos años), uno de los cuales le ha llegado a suponer una
multa en Estados Unidos de 1.200 millones de dólares. Fue entonces cuando sus
responsables decidieron que había que tomar medidas si no querían poner en
riesgo la reputación de calidad y fiabilidad de sus coches.
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