El neumático es el único
punto de contacto de un vehículo con el asfalto; un elemento de vital
importancia para la seguridad de los ocupantes y que sin embargo, en muchas
ocasiones, es el gran olvidado en lo referente a su mantenimiento. Muchos
estudios de diferentes organismos públicos han demostrado claramente que unos
neumáticos de los que se realiza un mal uso, o están mal mantenidos, o ruedan con baja presión,
representan un riesgo muy importante para la seguridad.
Así por ejemplo, unos
neumáticos inflados a una presión incorrecta, hacen impredecible el control del
vehículo y aumentan la distancia de frenada notablemente, reduciendo asimismo
la vida útil de las cubiertas. Lo mismo
sucede con la profundidad del dibujo de la banda de rodadura. De hecho, si
tomamos como referencia los metros necesarios para frenar un vehículo desde los
80km/h, un coche equipado con neumáticos en el límite legal (1,6 mm.) necesita
aproximadamente un 48% más de distancia que uno con cubiertas nuevas (6-8 mm.).
Asimismo, también pueden
existir otros defectos que, visibles o invisibles, pueden alterar el
comportamiento del vehículo, causando vibraciones, ruido, desviaciones de
trayectoria y que, por tanto, suponen un riesgo importante para la conducción.