A raíz del desplome en las ventas de coches en Alemania,
las firmas locales de alta gama como BMW, Mercedes o Audi se han lanzado a
potenciar su oferta en el mercado de segunda mano con el objetivo de captar
nuevos compradores que no pueden acceder a estos modelos salidos de fábrica.
Las matriculaciones germanas se encuentran en su nivel
más bajo desde la reunificación del país en 1990, lo cual ha llevado a que los
coches usados pasen a ser una nueva fuente para obtener beneficios. Sus ventas
subieron un 10% hasta mover 8.000 millones de euros en Alemania el año pasado,
según la asociación AKA. Casi 6,9 millones de vehículos cambiaron de manos en
2012, la cifra más alta en una década que sitúa el ratio en 1:2 respecto a los
nuevos.